Los escándalos y las protestan por la detención de Bradley Manning y la persecución de Edward Snowden tuvieron otro giro de turca cuando el gobierno de Estados Unidos ordenó cerrar una veintena de embajadas en África y Medio Oriente con el pretexto de que sus sistemas de investigación descubrieron en las redes sociales que Al-Qaeda planeaba otro ataque terrorista en un lugar indefinido. El presidente Obama tuvo que enfrentar una oleada de críticas porque declaró a la prensa que su gobierno no espiaba a nadie, y que las investigaciones sólo se iniciaban cuando aparecían ciertas palabras clave –como terrorismo, bombas, Al-Qaeda- en las conversaciones telefónicas o los correos electrónicos. ¿Eso no es espionaje? Mmhh. Las dudas se extienden.
El periodismo digital al acecho
La venta del Washington Post a la firma Amazon abrió un nuevo episodio en la serie de especulaciones sobre el fin de la era impresa de los periódicos. Los argumentos en favor y en contra tomaron un nuevo vuelo, y los comandantes de las nuevas tecnologías vieron la caída del diario como un baluarte más en su haber. Ciertamente, los medios impresos tienen problemas. Desde El País en España hasta la revista Newsweek en Estados Unidos las publicaciones han sufrido inclemencias laborales y financieras, y la reducción de costos en las páginas web pone en entredicho los grandes tirajes. A mitad de la marejada, el New York Times tuvo que salir a decir que no estaba en venta. Pero detrás de esa guerra entre medios impresos y digitales se vislumbran nuevas alianzas. Hablando de otros papeles, como son los libros, la editora Penguin ahora defiende a Apple en el precio único de las publicaciones.
La democracia no es todo
El escritor y filósofo Robert Scruton dijo a la BBC que muchos confunden a la democracia con la libertad de expresión y los derechos humanos. Aunque los ciudadanos aspiran a ver esa trilogía como un manto protector que se deriva de la voluntad popular expresada en las elecciones, se trata de valores distintos que no siempre coinciden en la realidad. Ahí está, por ejemplo, lo sucedido en Egipto. Después de las elecciones que llevaron al poder a Mohamed Morsi, el primer presidente civil elegido democráticamente en ese país, el partido en el poder –los Hermanos Musulmanes- gobernó excluyendo sistemáticamente a las demás fuerzas políticas y pisoteando los derechos de las mujeres, como si administrara el reino de Alá. Entonces el presidente fue depuesto por ejército, y muchos aplaudieron –en nombre de la democracia- el golpe de Estado. Otra democracia sin derechos humanos puede ser, para no ir muy lejos, México.