Steve Bannon, el hombre más controversial del equipo de la Casa Blanca después de Donald Trump, ha dejado su cargo como asesor máximo del presidente y ha regresado a los avatares de su vida privada. ¿Es una buena noticia? Aparentemente sí. Bannon es un hombre que ha defendido toda su vida las causas más oscuras de la humanidad, y su salida podría interpretarse como un intento institucional de regresar a la sensatez. De hecho, muchos se preguntaron que hacía un hombre a tal grado racista, sexista y tribal como asesor del Consejo de Seguridad del país más poderoso del mundo, y como cabeza pensante en el círculo interno del Salón Oval de la Casa Blanca. Hay que recordar que fue Steve Bannon quien señaló que «habría que prohibir el Internet a las mujeres», y que desde su página web -llamada Breitbar News- siempre fustigó a los extranjeros y a los emigrantes, atacó virulentamente la globalización y los tratados de libre comercio, y defendió las causas xenófobas y excluyentes, así como las ideas prístinas de Benito Mussolini.
Sin embargo, es difícil interpretar su salida como un abandono de las ideas de los grupos más radicales de la derecha norteamericana, como el partido neonazi y el Ku Klux Klan. Es cierto que Steve Bannon concentró en su figura odios, envidias y temores, y fue acusado por la revista Time como el verdadero poder detrás de la silla presidencial. Pero su salida no significa el fin de sus ideas en los pasillos de la Casa Blanca. No hay ni habrá un giro presidencial de la ultraderecha hacia el centro. Uno de los miembros más conspicuos del grupo íntimo se va, pero la familia cercana se recompone. De hecho, muchos asesores y miembros del staff presidencial criticaban a Bannon por ser ególatra y vanidoso, no por ser misógino y racista. Anthony Scaramucci, el vocero de la Casa Blanca que duró apenas 10 días en su cargo, dijo en una conferencia de prensa que «él no era Steve Bannon; no vivía chupando su propio miembro». Un lenguaje muy propio de la Casa Blanca hoy en día.
Con la salida de Bannon, Donald Trump se ha desprendido de su sombra. Podrá salir a la luz de día sin nada ni nadie que le pise los talones. Por eso antes de despedirse, el asesor más leal y cercano del presidente volteó la cabeza y le lanzó un escupitajo. «La presidencia de Trump está liquidada», dijo, y siguió su camino hacia la salida.