El Senador Bernie Sanders, uno de los tres contendientes más cercanos de ganar la candidatura presidencial del Partido Demócrata para las elecciones presidenciales de noviembre del próximo año, sufrió el bloqueo de una arteria y tuvo que suspender su campaña para ingresar a un hospital de Las Vegas donde le insertaron dos pequeños dispositivos para amplificar la arteria.

A sus 78 años, el senador de Virginia sigue siendo un referente fundamental para la plataforma del Partido Demócrata, y sus seguidores le enviaron palabras de aliento diciendo que se trata de una piedra en el camino y no un obstáculo para sus aspiraciones presidenciales. En Estados Unidos se presentan más de 600 mil intervenciones quirúrgicas del tipo de la que se aplicó hace unas horas a Sanders, y los pacientes regresan al trabajo después de unos cuantos días de reposo.

Sin embargo, el peso de los años no es un factor favorable para el precandidato. Ya no es un joven lleno de energía, y el trote de las campañas puede ser algo contraproducente para su estado de salud en general. La política no es ningún reposo -ni físico ni mental-, y el empuje que se requiere para ser el puntero de la candidatura puede ser algo que rebase sus capacidades y lo ponga de manera natural a la vera del camino.

Por eso hay que enfatizar que, sea cual fuere el futuro inmediato del senador, sus metas siguen vivas. Y ahora más que nunca. Después de sufrir la xenofobia, el racismo, la misoginia y los desvaríos de Donald Trump, el país tiene que abrir los ojos a las ideas de Bernie Sanders y llevarlas a la práctica. Es preciso un sistema de salud gratuito y universal para todos los ciudadanos. Un sistema educativo que libere a los estudiantes del peso abrumador de sus deudas, y que abra las puertas de la educación sin importar la paga. Un Estado que luche abiertamente contra el cambio climático. Un sistema impositivo que cargue el peso mayor de los impuestos en los acaudalados, y que aplique el presupuesto en beneficio de las mayorías. Una nación que permita el libre tránsito de bienes, recursos y personas, independientemente de sus razas, religiones o lugares de origen. Un país que no favorezca únicamente a los blancos y a los ricos.

No. Bernie Sanders no ha muerto.