Desde hace muchos años, Bill Gates y su esposa Melinda -en la fotografía- de han dedicado a la filantropía. Y ahora, con el mundo sacudido por los latigazos del coronavirus, han enfilado sus esfuerzos para producir la vacuna contra el virus y difundirla entre los países más pobres.
A medida que Gates ha trabajado para obtener apoyo para esta iniciativa, se ha convertido en blanco de teorías de conspiración que pretenden debilitar sus esfuerzos. Algunas afirman, falsamente, que su fundación probó vacunas que mataron a miles de niños en África e India. Otras sostienen la teoría disparatada de que las vacunas son el vehículo para introducir microchips en los cerebros de los pacientes, para a través de ese mecanismo controlar sus pensamientos. Es un tema fantástico, como el de la novela Fahrenheit 451 de Ray Bradbury.
Hasta el día de hoy, el virus se ha llevado la vida de 1.62 millones de personas en todo el mundo.
Y eso no es literatura.