La pandemia ha sido un verdugo, entre muchas otras cosas, para las economías de todo el mundo. La Tierra entera ha vivido su peor recesión desde la Segunda Guerra Mundial. La actividad económica de las naciones más avanzadas sufrió una contracción del 7% en 2020. La disminución prevista de los ingresos per cápita -que es del 3.6%-, empujará a millones de personas a la pobreza extrema.

Los efectos están siendo mayores en los países más afectados por la pandemia -sobre todo la India- y en aquellos que dependen en gran medida del comercio internacional, el turismo, las exportaciones de productos básicos y el financiamiento externo. En México, la pérdida de los empleos formales ya alcanzó al 4% de la fuerza de trabajo. La caída del empleo es semejante a la que ocurrió en las crisis de 1994 y 2008.

Sin embargo, hay algunos indicadores en nuestro país que apuntan hacia una recuperación más rápida que las que sucedieron después de las crisis de aquellos años. En primer lugar, la inflación no se ha disparado como suele ocurrir en épocas de turbulencias financieras; en segundo lugar, el peso se encuentra estable, y en tercer lugar la recaudación fiscal se ha recuperado. El Impuesto Sobre la Renta ha crecido en un 7.4%.

Si bien la caída económica fue muy dura, a mediados del presente año se empieza a ver la luz al final del túnel. La buena noticia, además, es que parece que el túnel no será tan largo.