Enrique Provencio
En su primer año de la Cruzada Nacional Contra el Hambre inició el proceso de construcción institucional, definición estratégica y arranque operativo, en un entorno económico y social desfavorable por el mal comportamiento económico y por otros factores que hicieron más difícil el acceso y el cumplimiento del derecho a la alimentación.
En lo institucional, la Cruzada tuvo en 2013 un ciclo que puede resumirse del siguiente modo: En una primera fase, su lanzamiento colocó el tema en la agenda nacional y en la opinión, de tal modo que para mediados de año al menos tres cuartas partes de la población ya conocía de la nueva estrategia. Mientras tanto, en esos primeros meses se desplegaron las primeras acciones de diseño institucional y programático, las estrategias fueron probadas en comunidades y se adoptaron los primeros acuerdos con los gobiernos estatales y organizaciones. Algunos de los temas más polémicos fueron los siguientes: definición de la población objetivo, selección de los municipios prioritarios, señalamientos de sesgos electorales y limitaciones del diseño estratégico.
En una segunda fase, ya en el segundo semestre de 2013, las acciones sustantivas fueron afianzándose, y los grupos de trabajo de la Comisión Intersecretarial intensificaron actividades para precisar los cambios de política, de ejercicio presupuestal, de reglas de operación de los programas. La Cruzada tuvo la oportunidad de introducir cambios a partir de las recomendaciones de diseño que realizó el Consejo Nacional de Evaluación de la Política Social (CONEVAL), ejercicio interesante que permitió ajustar una estrategia pública en sus primeros momentos de funcionamiento. En esta segunda fase, y en el entorno de las reformas financiera, energética, fiscal, de telecomunicaciones y otras, la Cruzada dejó de recibir tanta atención pública, si bien se mantuvieron sus niveles de conocimiento.
¿En qué momento se encuentra la Cruzada al concluir el primer trimestre de 2014? Puede decirse que apenas está en consolidación. Las dependencias que intervienen están modificando sus estructuras orgánicas para aplicar la estrategia, reorientando los presupuestos, cambiando reglas operativas, en algunos casos están asignando más personal, firmando nuevos acuerdos con organizaciones sociales y privadas y con universidades, y afinando diagnósticos para enfocar mejor las intervenciones. Se trata de toda una operación que no es visible públicamente, pero que, y eso es lo deseable, puede permitir la consolidación de la Cruzada.
Mientras tanto, el entorno económico y social de 2013, y lo que va de 2014, no ha sido muy favorable para lograr los objetivos de la Cruzada. Como consecuencia del bajo crecimiento del empleo y los salarios, y del incremento en los precios de alimentos, durante 2013 el Índice de Tendencia Laboral de la Pobreza se redujo 2.7 por ciento en promedio nacional, según las estimaciones de CONEVAL. En las zonas urbanas el aumento fue de 3.8 por ciento.
Por supuesto, lo anterior no quiere decir que haya aumentado la pobreza, o la desnutrición o el hambre en la misma proporción, claro que no. Los grupos más pobres pudieron haber compensado sus pérdidas económicas con más transferencias públicas, en algunos casos incluso ya con las de la Cruzada. Lo que sí significa ese dato crudo y duro, es que las condiciones generales de acceso a una mejor alimentación no mejoraron sino empeoraron en 2013 por el mal desempeño económico nacional, si bien con notables diferencias entre regiones y estados.
La perspectiva para 2014, al menos para el primer semestre, no es más favorable. Primero, porque la recuperación económica parece estarse retrasando, y con ella la expansión del empleo y el ingreso. Segundo, porque los precios de los alimentos siguen creciendo más el promedio. De hecho, entre febrero de 2013 y febrero de 2014 el costo de la canasta alimentaria urbana creció 6.3 por ciento. En algunos productos básicos la expectativa a mediano plazo es que se mantengan las presiones al alza de precios.
Este entorno desfavorable debe reforzar los propósitos de la Cruzada, pues de nueva cuenta los grupos de menores ingresos pueden estar resultando más afectados. En seminario co-organizado por el Comité de Expertos de la Cruzada, y que se llevó a cabo el 31 de enero pasado, se plantearon varias líneas de trabajo para consolidar la Cruzada, y de entre ellos destaco los que siguen:
Que no se diluya el empeño por convertir a la Cruzada en una estrategia integrada de política pública centrada en el cumplimiento de los derechos sociales, en especial de la alimentación;
Que la estrategia fortalezca su presencia pública y la lucha contra el hambre opere realmente como una prioridad nacional;
Se realice una incorporación más efectiva de la salud en la Cruzada, a partir de un sistema de inteligencia epidemiológica para el monitoreo, evaluación y seguimiento nutricional a todas las escalas, y con información adecuada del estado de salud y nutrición;
Considerar al sistema alimentario en su conjunto en el marco del Programa Nacional para un México sin Hambre, que debe ser la referencia base para todas las instituciones;
Dar más atención a las dimensiones productivas, la oferta nacional, la mejora del ingreso de las familias pobres, el estímulo a la pequeña agricultura y el desarrollo regional;
Reforzar el componente de la sustentabilidad ambiental, con un enfoque territorial, soluciones locales de empleo e ingreso y en general estrategias de producción que protejan el capital natural y los servicios ambientales.
Avanzar hacia una nueva orientación de integración de políticas, junto con la coordinación interinstitucional, y a una reforma presupuestal que haga más redistributivo el gasto y mejore su orientación y aplicación a favor de la población objetivo de la Cruzada.
Estas y muchas otras recomendaciones que se formularon en dicho suponen la necesidad de consolidar y ampliar la Cruzada, generarle un mejor entorno económico y presupuestal, y facilitar su despliegue y crecimiento acelerado, sobre todo en las zonas urbanas.
Los resultados duros de la Cruzada se empezarán a conocerse hasta principios del segundo semestre de 2015, cuando ya se cuente con los datos de la próxima Encuesta Nacional de Ingreso y Gasto de los Hogares, que se levantará entre julio y septiembre de 2014. Mientras tanto, las evaluaciones específicas ayudarán a mantener una mejora permanente de esta gran apuesta pública por superar el hambre y alcanzar el ejercicio pleno del derecho a la alimentación.