El tema es incandescente en Estados Unidos. En ese país, el derecho de portar armas es considerado como uno de los derechos fundamentales del hombre. Algo así como la libertad de expresión y la libertad de reunión. Por eso los tiroteos son el pan de cada día, y las víctimas se reproducen a diario.
La masacre de la Escuela Primaria Robb en el poblado de Uvalde, en el estado de Texas, fue un tiroteo escolar que ocurrió el 24 de mayo de 2022, cuando Salvador Rolando Ramos, de 18 años, abrió fuego en el interior de dicha escuela, matando a 21 personas e hiriendo a otras diecisiete. “Eso sucedió hace casi un año y, para ser sincero, nada ha cambiado”, dijo a la junta Jesse Rizo, tío de una de las víctimas de la masacre. “Estas personas están rogándoles que respondan a las preguntas. Ustedes vinieron -dijo a la policía- y prácticamente oprimieron a la gente. Les hacen preguntas y no tienen respuestas”.
A pesar del paso del tiempo, aún hay un fuerte desacuerdo sobre quién debe ser despedido por la lenta respuesta policial a uno de los peores tiroteos escolares de la historia de Estados Unidos, y qué postura debe adoptar la ciudad ante las reiteradas peticiones de las familias de las víctimas de restringir las armas. Vecinos que se conocen desde hace años ahora no pueden ponerse de acuerdo y están más distantes que nunca.
Mientras el control de armas siga igual, pueden aparecer nuevas masacres.
Qué pena.