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Crimen sin castigo

Ya sabemos que la impunidad en México es un cáncer que carcome la totalidad del cuerpo social. El 90% de los delitos no se castigan. Muchos de ellos ni siquiera se reportan. Los ciudadanos saben que acudir al ministerio púbico es, en el mejor de los casos, una pérdida de tiempo. Y en el peor, una carambola en la que las víctimas aparecen como los culpables.

Hay sin embargo determinados delitos que no pueden ocultarse. Salen a la luz pública porque se convierten en accidentes aparatosos, fugas inverosímiles, persecuciones que terminan en fuego cruzado, emboscadas de guerra.

Entre los últimos podemos ubicar dos muy recientes: el llamado socavón que se abrió en el paso exprés de Cuernavaca a Acapulco y costó la vida de dos personas, y el hallazgo de una red de narcotráfico en la Ciudad de México acaudillada por un delincuente insigne, apodado El Ojos.

En el caso del socavón hay una letanía que repiten las autoridades: “se los dije”. Eso lo dice el gobernador de Morelos, el presidente municipal de Cuernavaca, el delegado de la Secretaría de Comunicaciones y Transportes, y todo aquél que estuvo involucrado en el trazo del paso exprés hacia Acapulco. Las empresas declaran que solo cumplieron las órdenes y la ingeniería del proyecto. El secretario que encabezó el proyecto sigue en su puesto. No hay culpables. Hay dos muertos, eso es todo.

En el caso de la red del narcotráfico en Tláhuac, ahora se sabe que El Ojos construyó una red de amigos y familiares que trabajaban en el gobierno de la demarcación, encabezado por el Delegado Rigoberto Salgado. Pero eso no importa. Lo que importa es que el Delegado es miembro de Morena, y ahora la red del narcotráfico se utiliza con fines políticos. “Esto lo hacen porque los de la mafia del poder están muy nerviosos”, declaró López Obrador.

Para lavarse la cara, todos los personajes involucrados señalan con el dedo acusatorio a su rival, casi siempre de otro partido. La ley está con ellos. Todos actuaron a tiempo.

Todos defienden a sus compañeros de banca. Los del PRI cierran filas. Los de Morena también. Todos, aunque no lo digan, defienden la impunidad.

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