En nuevo presidente es el más viejo de la historia de Estados Unidos. A sus 70 años, promete un cambio radical. Y entra a la Casa Blanca con una aceptación del 40% de la población, la más baja en las últimas décadas.
Su discurso de inauguración fue un reclamo furibundo a la clase política y a la globalización. Un regreso al proteccionismo y una falsa promesa de devolverle al poder al pueblo. Dijo que Estados Unidos volvería a tener empleos, seguridad en las calles, un sistema de salud para todos y buena educación en las escuelas. Prometió acabar con el terrorismo y devolverle al país el liderazgo perdido.
Pero todo eso es imposible, y está fincado en una serie de mentiras. Trump no dijo, por ejemplo, que las empresas norteamericanas se han beneficiado enormemente con la globalización, que les ha permitido tener ganancias mayores con salarios más bajos en otras partes del mundo. Por eso será imposible regresar a todas las empresas estadounidenses a su territorio. Algunas se espantarán -ya sucedió con Ford y General Motors-, pero la mayoría pasará por alto sus amenazas. ¿Se imaginan a Facebook cerrando sus cuentas en muchos países, por un capricho presidencial? Y lo más importante: la mayoría de los empleos de Estados Unidos no se han perdido por la salida de las empresas para buscar ganancias en otros países, sino por los avances incontenibles de la tecnología y el cierre de fábricas obsoletas. Por eso, sus arrebatos contra la globalización y el llamado a reinvertir en su territorio no solo no tendrán eco alguno, sino que no abrirán más fuentes de empleo. Ahí está el ejemplo de lo que sucederá con la Ford: se cerraron 2,800 fuentes de empleo en México, mientras que en Estados Unidos se crearán solo 700.
El sistema educativo es, efectivamente, una carga gigantesca para los estudiantes que deben pagar a largo plazo sus estudios, y la solución para ello la tenía Bernie Sanders: crear un sistema impositivo igualitario para lograr la educación gratuita. Como en Canadá. Lo opuesto a la nueva administración. Trump lo que ofrece es algo imposible: acabar con la educación pública y privatizar las escuelas para ponerlas al servicio de todos. Eso lo único que lograría sería crear una educación de élites -muy cara- inalcanzable para las mayorías.
El resto de sus promesas son también parte de su mitología. ¿Acabará con el terrorismo? El tiempo, y desgraciadamente muy pronto, terminará desmintiéndolo.
Donald Trump podrá gobernar porque le pidió a los 50 operadores más importantes de la administración de Obama que continúen en sus puestos. Y con ellos, sus equipos. Pero eso no basta. No se puede gobernar ningún país a base de mensajes en twitter. (¿No es twitter parte de la globalización?)
El 40% de su raquítica aceptación se precipitará al vacío en muy poco tiempo.
(Fotografía: Getty images)