Una de las tareas fundamentales del desarrollo sustentable es la de cuidar los bosques. No se trata de mantenerlos intocables, sin aprovechar la madera de sus árboles. Se trata de tomar medidas para la regeneración de dichos árboles, plantando varios cada vez que se corta y se aprovecha uno solo.

Un ejemplo para el mundo lo ha puesto la nación de Gabón en África, ubicada en la costa del Atlántico del continente, y que es tan exuberante con sus bosques y su fauna que ha recibido el apodo de El Edén de África. Pero sus recursos naturales no son intocables. Gabón también es uno de los principales productores de petróleo del continente.

Durante décadas, Gabón ha dependido del petróleo para impulsar su economía. Pero los funcionarios saben que su crudo no es eterno. Así que han recurrido al otro recurso abundante del país, una enorme selva tropical en la cuenca del Congo, llena de árboles valiosos, para ayudar a compensar la diferencia una vez que se acabe el petróleo.

El terreno de la costa protegida de su famoso Parque Nacional de Loango alberga una fauna muy diversa (ver fotografía), desde gorilas e hipopótamos hasta ballenas. El Parque Nacional de Lopé abarca en su mayoría un bosque tropical. El Parque Nacional de Akanda es famoso por sus mangles y playas con fuertes mareas. 

Gabón ha prohibido las exportaciones de madera en bruto (Francia era un comprador importante) y creó un complejo industrial con exenciones fiscales para atraer a empresas de muebles, fabricantes de madera de triplay y otros para construir fábricas y crear puestos de trabajo. Las reglas limitan la tala a dos árboles por hectárea cada 25 años. Y, para combatir la tala ilegal, un nuevo programa rastrea los troncos con códigos de barras.

Al aplicar esas medidas, Gabón ha demostrado al mundo que se puede vivir de los bosques sin destruirlos.