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Democracia, justicia y reparación

Hagamos un ejercicio, querido lector. Dígame que es lo primero que piensa cuando le digo “democracia”.

Sin duda muchas palabras e imágenes se deben venir a su mente: el INE y el Tribunal Electoral, frases y rostros de uno o varios candidatos, quizá el costo de las campañas o el recuerdo de las largas filas que se formaron en muchas casillas para poder votar.

Sin embargo, dudo que muchos de nosotros hayamos pensado cosas como impartición de justicia o imaginado un proceso de reparación ante la falta de ésta. Mucho menos una relación entre dicho término y situaciones como la desaparición de personas en nuestro país.

Y es que la imagen que se ha construido ante México al hablar de la democracia se ciñe al ámbito electoral, casi sin excepción. Pareciera que el trabajo de las instancias electorales y de los ciudadanos que buscan construirla se queda solamente en el primer domingo de julio en que emitimos los votos y elegimos a nuestros representantes y gobernantes.

Sin duda, esto es un error.

No se puede negar que el ámbito electoral es fundamental para la existencia de la democracia, pero tampoco podemos quedarnos en la miopía de pensar que es, también, su final. La democracia tiene tanto que ver con el derecho al voto, como con el derecho a la justicia y la reparación de los daños de cualquier víctima. En otras palabras, hablar de la democracia es referirse al ejercicio de todos los derechos por parte de personas y ciudadanos.

Esta es una labor que se debe llevar adelante por parte de todos los actores, ya sean institucionales, de la sociedad civil y políticos, lo que significa que se debe colaborar de formas novedosas y específicas.

Justo esto fue lo que sucedió el pasado viernes 7 de septiembre, cuando el Instituto Nacional Electoral y la Comisión Nacional de Búsqueda de Personas Desaparecidas firmaron un convenio de colaboración para que la base de datos personales más grandes de nuestro país se pueda utilizar para apoyar la búsqueda y localización de mexicanos que son buscados por sus familias.

Quizá, a primera vista, este convenio no suene como construcción de la democracia, acostumbrados como estamos a pensar solo en el aspecto electoral. Sin embargo, al pensarlo por un minuto veremos que, en realidad, la desaparición forzada de personas y los múltiples asesinatos resultantes no son otra cosa que la negación máxima de los derechos de las personas.

En el caso de las víctimas se les niega su derecho a la libertad y a la vida, con respecto a las personas que los buscan se les niega el derecho a saber y conocer qué ocurrió con sus seres queridos. A esto hay que sumar la negación al derecho a que se haga justicia y se les repare el daño cometido. En ninguna democracia debe existir esto, mucho menos como una constante.

Ahí radica la importancia de que existan instancias como la Comisión Nacional de Búsqueda de Personas Desaparecidas, las cuales trabajan para rectificar esta situación y finalmente se haga justicia a las víctimas y sus deudos.

De igual forma, el que exista una base de datos tan extensa, confiable y profunda como es el padrón electoral elaborado por el INE, es un factor que favorece esta lucha y, más allá de las urnas, impulsa la construcción de nuestra democracia.

Si aún no ve la conexión entre ambos temas piense en la transparencia y el libre flujo de información. Conocer la identidad de las personas que se encuentran desaparecidas o que han sufrido una muerte violenta es una forma de transparentar la situación por la que atraviesa nuestro país y aclarar el paradero de los desaparecidos.

En cuanto a la libertad de la información, una vez que se pueda identificar a las personas que han sido víctimas, estaremos más cerca de conocer qué fue lo que ocurrió y hacer un mapeo de la violencia y sus razones a lo largo y ancho de México. Con esto la justicia tendrá una mayor oportunidad de ser ejercida eficazmente y se podrán emprender las reparaciones de cada caso.

En otras palabras, el que estas dos instancias se unan para encontrar a las personas desaparecidas es un acto de justicia democrática, en el que la impunidad se combate con trabajo e información, no con balas y violencia.

Ojalá el ejemplo cunda y nuestra democracia siga creciendo. ¿Ahora qué se le viene a la mente cuando le pido que piense democracia?

 

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