Nuevamente las caravanas de migrantes hondureños ponen a prueba la libertad de paso por Guatemala, la capacidad humanitaria de México y la política hermética de Donald Trump.
Ahora son un contingente muy nutrido, más de 4,600 personas. Familias enteras. Hombres desesperados porque en Honduras solo hay violencia. Ahí gobierna Juan Orlando Hernández -un hombre que ha firmado diversos convenios como organismos internacionales contra la corrupción-, pero en realidad el país está incendiado por la violencia.Un estudio revela que de enero de 2010 al mismo mes en 2018 se registran 26 403 muertes a mano armada, y que el 98% de estos muertos no sobrepasan los 30 años.
Al llegar a la reja fronteriza que separa a México de Guatemala junto al río Suchiate, la muchedumbre la derribó. Más allá de la reja, bajo un letrero que dice «Bienvenidos a México», un contingente de policía trató de detener a la caravana con gases lacrimógenos, pero no pudo. Hoy la caravana sigue su curso hacia el norte.
Uno de los casos más representativos de los miembros de la caravana es el de Dayana Ávila, una joven de 24 años que fue violada por un grupo de Mara-Salvatruchas en un monte en las inmediaciones de San Pedro Sula, y que ahora camina rumbo a Estados Unidos con su hijo, que padece de epilepsia. Ella trabajó como mesera un tiempo, pero el salario nunca le alcanzó para mantener a su hijo. A los tres meses la despidieron. Un amigo le dijo que en Estados Unidos hacen operaciones cerebrales que curan la epilepsia, y por eso camina hacia la frontera norte. Solo quiere un trabajo y ganar dinero para curar a su hijo.
Muchos migrantes han declarado que prefieren morir antes que regresar a Honduras. Van a hacer lo imposible para ingresar a Estados Unidos. Casi nadie tiene pasaporte.
El atravesar México representa un peligro para los migrantes, no solamente porque pueden ser detenidos por las autoridades y deportados a Honduras, sino por la presencia del narcotráfico en la zona noroeste del país. Ahí los migrantes pueden sufrir violaciones, secuestros, torturas, muertes e incineraciones.
En la Casa Blanca, Donald Trump ha izado una bandera electoral contra los migrantes hondureños. Dice que son criminales, que pretenden ingresar a su país con cargamentos de drogas. Por eso presiona al gobierno mexicano para que los detenga. Sostiene que para él es más importante la seguridad de Estados Unidos que el tratado comercial con México. Y que si el gobierno actual de Los Pinos lo logra detenerlos, utilizará al ejército en la frontera. Todo enfilado a los comicios del 6 de noviembre.