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Desde Rusia, sin amor

La investigación del FBI sobre la intromisión de Rusia en las elecciones de Estados Unidos está arrojando datos perturbadores. Según The New York Times, la estrategia del Kremlin no se circunscribía a criticar a la candidata demócrata y fortalecer al republicano, sino que buscaba desestabilizar al país, crear enfrentamientos entre grupos antagónicos y darle forma a un entorno de incertidumbre para que Trump se convirtiera en la figura redentora de la nación.

La información es inquietante, primero, pero confirma que dentro de las instituciones del Kremlin existe una entidad especializada en actuar a través de Facebook, crear los llamados troles y noticias falsas, y simular que existen organizaciones en Estados Unidos -o en cualquier otro país- de apoyo o rechazo a determinadas causas. El edificio que aparece en la fotografía alberga a la oficina encargada de actuar en otros países a través de las redes sociales.

Por ejemplo, una agrupación denominada The Heart of Texas es un grupo creado en San Petesburgo, con la intención de incidir directamente en los usuarios de Facebook de Texas. Y así lo hizo. En Mayo de 2016 llamó a sus seguidores en Estados Unidos a participar en una marcha de apoyo de la supremacía blanca, mientras que otra organización dirigida directamente desde la misma oficina en Rusia alentó a los miembros de ideología contraria a enfrentar a los supremacistas que habían sido manipulados a distancia. El encuentro no llegó a la violencia por la participación de la policía, pero constituye una prueba de que la oficina de San Petesburgo es capaz de crear enfrentamientos a distancia -en este caso en Estados Unidos-, y que sus estrattegias pueden desestabilizar a cualquier país en cualquier continente.

A estas alturas de la investigación, lo que menos importa es si Rusia incidió directamente en las elecciones presidenciales de Estados Unidos. Lo verdaderamente importante es la vulnerabilidad de los individuos, de los grupos y las naciones frente a las inmensas capacidades de manipulación que existen en Internet y las redes sociales.

Hasta ahora, la justicia norteamericana ha acusado a 13 ciudadanos rusos que influyeron en las conductas de los ciudadanos de Estados Unidos. Irina Viktorovna Kaverzina -una de las acusadas-, delcaró: «Yo elaboré imágenes y datos, y los estadounidenses creyeron que fueron elaborados por su propia gente».

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