La droga de moda se llama fentanilo. Es relativamente barata, su efecto es inmediato y poderoso, y a la postre es letal. Es un opiáceo para tratar el dolor asociado al cáncer, entre otras enfermedades, y su consumo ha disparado el número de muertes por sobredosis. El fentanilo es 50 veces más poderoso que la heroína y hasta 100 veces más poderoso que la morfina.
Según el último Informe de Drogas de la DEA, han habido 700 muertes relacionadas con el fentanilo en Estados Unidos desde finales de 2013 hasta finales de 2014. La tendencia en los últimos dos años continúa al alza. No existen estadísticas precisas, pero su consumo asociado a la heroína arroja cifras que producen escalofríos. Las muertes por heroína superan los 8 mil fallecimientos cada año. El número de muertes por sobredosis se incrementó un 244% entre 2007 y 2013.
Los reportes de los estados dan cuenta de una sangría mortuoria que avanza geográficamente. New Hampshire informó de cuatro muertes por fentanilo en dos meses. En Nueva Jersey hubo 80 muertes en sólo seis meses de 2014. En 15 meses se reportaron 200 fallecimientos en Pennsylvania. Los números de muertes opacan a los números de drogas decomisadas. En 2014, las autoridades reportaron 5.217 incautaciones de fentanilo, mucho más que las 1.004 incautaciones en 2013. Del 1 de enero al 30 de septiembre de 2015 -según la DEA-, el número de confiscaciones se elevó a 8.511.
El fentanilo se inyecta, pero también se aplica en parches y se toma en pastillas. El que se produce en los laboratorios clandestinos -en México, por supuesto-, a diferencia del farmacéutico, es el que está detrás de más muertes, ya que se mezcla con la heroína.
De acuerdo a un intermediario citado por The New York Times, diez gramos de fentanilo cuestan US$400 y se venden al consumidor final por US$750. La ganancia es mucha, y el daño a los consumidores también.