Después de que el coronavirus ha hecho estragos en distintas latitudes del mundo, ha surgido una costumbre que nos recuerda que no todo lo que llega con las enfermedades es tan malo como parece. Se trata del gusto o amor por el cubrebocas, algo que no pensamos antes de que ese pequeño instrumento se pusiera de moda en el terreno de la salud en países tan distantes como México y la India, Estados Unidos y Argentina.

Hay mucha gente que ya está vacunada pero, al advertir que con el uso del cubrebocas se ha protegido de las gripas que les daban una o dos veces al año, ha decidido no dejarlo.

La Organización Mundial de la Salud, por su parte, ha recomendado el uso del cubrebocas mientras los contagios continúen, aunque sea en menor medida.

La gente mayor, que ha sido señalada como la parte más vulnerable de la sociedad durante la pandemia, se ha sabido cuidar mejor. Y ese cuidado incluye el uso del cubrebocas siempre que se salga de casa.

Otras personas están preocupadas por las nuevas variantes del virus y la posibilidad remota de que contagiarse y contagiar a otros, aunque los riesgos de ambos se reducen en gran medida para aquellos que están completamente vacunados.

Por eso en las grandes ciudades el uso del cubrebocas se mantiene como una forma de mayor protección de la salud y de la vida.