Como niño relató el Dr. Diego López Cámara los hallazgos que se han ido obteniendo del observatorio de rayos gamma HAWC (Hide altitude water Cherenkov) que se encuentra a escasos 6 km de la cima del Pico de Orizaba en el estado de Puebla y a un kilómetro al norte del Gran Telescopio Milimétrico Alfonso Serrano Pérez Grovas. Algo muy propicio debe tener esa zona para observar el universo.
El observatorio de rayos gamma HAWC logra observar el cielo de altas energías mediante agua, según explicó López Cámara. Es como tener un Rotoplás gigante, trecientos tanques para ser precisos, en cada uno de los cuales, caben aproximadamente 200 mil litros de agua –unas 20 pipas–, y cuatro fotomultiplicadores que detectan partículas.
Estas partículas de rayos gamma pueden ser rayos cósmicos (electrones cargados de energía) que viajan a velocidades cercanas a la luz o luz que viene cargada con muchísima energía. Esta luz que es aproximadamente el 1% (el 99% restante suelen ser rayos cósmicos) de la que captan los tanques, produce una cascada conocida con el nombre de cascada Cherenkov en homenaje a Pável Cherenkov, físico ruso quien hace 58 años, en 1958 obtuvo el Premio Nobel de Física por ser el primero en caracterizar la radiación y explicar su producción.
Cinco años llevó la construcción del observatorio HAWC que comenzó a trabajar hace un año, en enero del 2016 y lo primero que se hizo fue “catalogar el cielo” y verificar el plano galáctico contra los datos producidos por otros telescopios Chernicov para verificar la consistencia de lo obtenido. Se pudo ver la Nebulosa del Cangrejo, remanente de una supernova estudiada desde hace muchos años y se encontraron tres fuentes productoras de energía que ningún otro telescopio había visto.
En este gran proyecto en que participan instituciones mexicanas y de Estados Unidos, existen cuatro proyectos principales en uno de los cuales trabajan aproximadamente 100 personas entre técnicos, estudiantes e investigadores, uno de los cuales es el Dr. López Cámara quien cuando vio la fotografía del observatorio comentó: está bien bonito. Como diría ese gran historiador de la ciencia Arthur Koestler en “Los sonámbulos”, el descubrimiento es “la manifestación más concisa de la facultad creadora del hombre”. Y nos sentimos niños con ojos azorados cuando vemos la bóveda celeste y sus infinitos secretos por desentrañar como este cangrejo que no camina para atrás.