Donald Trump acaba de invitar a Rodrigo Duterte a visitarlo a la Casa Blanca. No parece algo fuera de lo común, pero basta un rápido vistazo a las características de la política del presidente de Filipinas para asombrar tanto a los críticos de Trump como a sus seguidores más fieles.
Duterte es un presidente que, para terminar con el narcotráfico y sus tentáculos, ha puesto en marcha una cacería que termina en matanza para todos los sospechosos de traficar drogas y los consumidores. La policía tiene la orden de asesinar a mansalva. Si bien Duterte prometió durante su campaña que mataría a más de 100 mil narcotraficantes y sospechosos, nadie sabe a ciencia cierta cuántas son las víctimas hasta la fecha. Se calcula que son decenas de miles.
Daniel Berehulak, un enviado de The New York Times, fotografió decenas de cadáveres en el interior de sus casas, en las principales avenidas, sobre la acera de los callejones, junto a sus motocicletas deshechas, frente a comercios y restaurantes. Unos eran niños de la calle que huyeron ante la presencia de la policía. Otros son cuerpos arrastrados a los patios de las escuelas para que los estudiantes aprendan. El corresponsal estuvo 35 días en Manila y retrató 57 cadáveres. Un recuento mínimo del horror.
Durante su campaña presidencial, Duterte dijo que Trump lo había felicitado por sus arrestos para combatir el crimen.
Y tienen otras cosas en común. Ambos son, además, enemigos jurados del Islam.
Pero Duterte no es el único miembro del club de amigos de Donald Trump. En él también se encuentra Recep Tayyip Erdogan, el déspota mandatario de Turquía, acusado de encarcelar a la mayor cantidad de periodistas opositores en el mundo; también está Abdel Fattah el-Sisi, el militar que llegó al poder en Egipto tras un golpe de Estado; Vladimir Putin antes del bombardeo a Siria y, aunque resulte paradójico y contradictorio, Trump también ha expresado cierta simpatía por Kim Jung-un, el dictador de Corea del Norte que critica a diario. En una reciente entrevista con CBS, Trump dijo que «lo admiraba por su perseverancia para mantenerse en el poder.»
Sobran todos los comentarios.
(Foto de Daniel Berehulak)