Para todos los que pensaron que el comunismo había terminado merecidamente sus días con la caída del Muro de Berlín y la desintegración de la Unión Soviética, hay una noticia que puede inquietarlos más que la resurrección del estalinismo.
El comunismo ha regresado por sus fueros en la figura de un joven empresario de Seattle, en Estados Unidos, llamado Dan Price. Como es de suponerse, el hombre no sabe nada de Karl Marx, ni de Engels, ni de Lenin o Mao, y tampoco se considera un comunista. Pero sus acciones lo confirman como tal.
Su empresa, llamada Gravity Payments , es una empresa boyante, en la que sus trabajadores ganaban hasta hace poco 40,000 dólares en promedio al año. Pero al patrón no le parecía suficientemente justo. Por eso en abril Dan Price reunió a todos sus trabajadores en asamblea para comunicarles que la empresa haría un esfuerzo para que todos sus miembros –incluyéndose a sí mismo y a su equipo más cercano- ganasen 70,000 dólares al año. La primera reacción fue de incredulidad y pasmo. Después de unos segundos sin reaccionar, los empleados estallaron en una ovación eufórica. El joven empresario había anunciado un incremento sustancial de los sueldos más bajos, y una drástica reducción de los mayores sueldos, entre ellos el suyo. Así, Dan Price se convirtió en el primer empresario que se bajaba el sueldo voluntariamente. Sus percepciones pasaron de un millón de dólares al año a tan sólo 70 mil dólares. Algunos ejecutivos, también, sufrieron una reducción de sus salarios. Pero el resto de los trabajadores estaba en una fiesta. Para los 70 trabajadores con menores salarios, el incremento les permitiría afrontar sus condiciones de vida de manera diferente. Para los 30 empleados de menor remuneración, el incremento significaba la duplicación de sus ingresos.
En Estados Unidos la distribución del Producto Interno Bruto entre la población es uno de los más desiguales del mundo. Lo mismo sucede con el reparto de utilidades al interior de las empresas. El sueldo de un ejecutivo es 350 veces más alto que el promedio del salario de los trabajadores, y los extremos se alejan cada vez más con el paso del tiempo.
¿Qué movió a Dan Price a tomar una decisión de esa envergadura? Dice el empresario que algunas lecturas de sicólogos que ganaron el Premio Nobel con sus investigaciones, y el conocimiento de las condiciones de sus empleados, lo movieron a igualar los sueldos. Fue una medida esencialmente humanitaria. Los de arriba no se sacrifican tanto, y para los de abajo es el fin de los sacrificios.
Es, quien fuera a decirlo, el sueño de Carlos Marx a la distancia de la historia, y sucedió en el corazón del capitalismo mundial.