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El dinero detrás

La política de «Cero tolerancia» de Donald Trump, que levantó un huracán de protestas en todo el mundo ante las imágenes de separación de los hijos y sus madres, tiene un mar de fondo de muchos millones de dólares. Claro que los costos políticos de tal medida pueden medirse también en dinero, y la probable derrota de los republicanos en las elecciones intermedias de noviembre tendría pérdidas multimillonarias en muchas direcciones. Pero no solamente se trata de eso. Los procesos de detención de migrantes, separación de las familias, su transporte a los centros de detención y su vigilancia constante son actividades que generan cuantiosas ganancias para los dueños y arrendadores de los centros.

Un penetrante reportaje de The New York Times revela que hay decenas de millones de dólares detrás de esta política. Y da varios ejemplos. Una organización no gubernamental, que saltó a la fama por operar el célebre refugio montado en las instalaciones de un Walmart en el sur de Texas -se llama Programas Llave para el Suroeste-, viene operando albergues a través de contratos federales desde 2015. y ha tenido ganancias por 955 millones de dólares. Y por supuesto que no está sola. Existe, solamente en Texas, una docena de contratistas que tienen a su cargo 30 albergues para migrantes erigidos en antiguas clínicas de poblados, escuelas y almacenes. Y esos mismos contratistas han ampliado su radio de acción para controlar cerca de 100 albergues en otros 16 estados de la Unión Americana.

Además de eso, contemplando la sobrepoblación que se puede reunir las próximas semanas,  el Pentágono ha declarado que está listo para albergar a 20,000 migrantes en sus bases militares de Texas y Arkansas.

¿Es esto el nuevo sueño americano? Podría ser, si uno atiende a la sonrisa de Donald Trump y la leyenda de la chamarra de su esposa Melania cuando fue a visitar uno de los refugios para hijos de los indocumentados. En su espalda decía «Realmente no me importa», lo cual levantó una ola de protesta en todo el mundo, el Papa incluido.

O tal vez no, porque Trump se vio obligado a meter reversa cuando sus asesores le dijeron que se había ya estaba en la carretera que lo llevaría a la derrota en las elecciones intermedias de noviembre. Entonces Trump firmó una orden en dirección contraria, señalando que las familias de emigrantes serían reunidas en centros de detención mientras esperaban sus sentencias.

Con ese nuevo giro -nada nuevo dentro de las decisiones zigzagueantes de la actual administración-, los republicanos inconformes respiraron con alivio. y las agencias contratistas de refugios tuvieron un nuevo motivo para sentirse satisfechas: mientras más gente caiga en sus albergues -niños y padres incluidos-, mayores serán sus ganancias.

Todo en orden, pues.

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