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El ejemplo de Italia

Durante las primeras semanas de la expansión de la pandemia, Italia fue vista por el mundo entero como uno de los  principales focos expansivos del virus. Pero hoy en día la situación ha cambiado radicalmente  En sus hospitales, de norte a sur del territorio, casi no hay pacientes de COVID-19. Para poner un ejemplo, las muertes diarias atribuidas al virus en Lombardía, la región el norte del país que más padeció la pandemia, casi no existen. El número de casos diarios ha descendido drásticamente y es uno de los más bajos de Europa y el mundo. Giovanni Rezza, el director del Departamento de Enfermedades Infecciosas en el Instituto Nacional de Salud de Italia, lo señaló categóricamente: “Hemos sido muy prudentes”, dijo.

En esencia, los comités científicos y técnicos de la salud del país han guiado al gobierno. Los médicos locales, los  hospitales y las autoridades de salud cada día reúnen más de 20 indicadores del virus y los envían a las autoridades regionales, quienes a su vez los mandan al Instituto Nacional de Salud.

El resultado es un mapa semanal de la salud del país, en la que se basan las decisiones para implementar políticas. Es una situación muy lejana del estado de pánico que azotó a Italia el pasado mes de marzo. Hace unos días, el Parlamento votó para extender los poderes de emergencia del gobierno hasta el 15 de octubre, después de que el primer ministro Giuseppe Conte argumentó que la nación no podía bajar la guardia “porque el virus sigue circulando”.

Dichos poderes permiten que el gobierno mantenga las restricciones y responda rápidamente en cualquier lugar -incluso con confinamientos forzosos- ante nuevos brotes. Italia ya impuso restricciones a los viajeros procedentes de 15 países, pues ahora el principal temor del gobierno es que el virus cruce las fronteras desde el exterior.

La extrema derecha italiana, ejemplo de tozudez en el continente, desafía a las autoridades irresponsablemente. En la fotografía aparece Matteo Salvini sin importarle la sana distancia, saludando a sus seguidores a unos cuantos centímetros de distancia y sin cubrebocas. Es un ejemplo del mal ejemplo.

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