En medio del recrudecimiento de las balaceras contra la población inerte de Estados Unidos -lo más reciente fue en un conciero en Las Vegas y na iglesia en Texas-, el presidente Donald Trump se fue de gira al extremo oriente.

El tema que fue a tratar, en un munco convulsionado por los jaloneos entre los impulsos nacionalistas, proteccionistas y separatistas de algunas regiones y los esfuerzos unificadores de las naciones que siguen buscando un planeta abierto al libre flujo de ideas, personas y mercancías, es el de las amenazas nucleares de Corea del Norte. Y en ese sentido, su discurso ante el primer ministro de Japón, Shino Abe, fue contundente: «Tokio debe empezar a comprar equipo militar a los Estados Unidos para protegerse contra las amenazas de Corea del Norte».

El tema es muy importante, primero, porque significa un cambio completo de la política seguida por Estados Unidos hacia Japón desde el fin de la Segunda Guerra Mundial. El país victorioso obligó a Japón a desarmarse completamente, le prohibió tener un ejército y lo comprometió a vivir al amparo de Estados Unidos en caso de cualquier amenaza a su soberanía nacional. Y en segundo lugar, porque prefigura una nueva alianza militar en el extremo oriente, para supuestamente hacer frente a la amenaza nuclear de Pyongyang.

Trump subrayó el hecho de que el pasado mes de septiembre el gobierno coreano de Kim Jong-Un lanzó un misil que atravesó los aires japoneses, y urgió a las autoridades de Tokio a defenderse por sus propios medios. Después de sus conversaciones con Abe, Trump dijo a la prensa que «Japón podrá derribar los misiles coreanos que crucen sus aires después de completar las compras de equipo militar norteamericano».

Lo que Trump fue a hacer a Japón puede reducirse a una sola estrategia: venta de armas. Es decir, lo que ahora muchos sectores quieren limitar en el interior de Estados Unidos. Y eso lo hizo, en esencia, porque la personalidad del actual presidente de Estados Unidos es la de un empresario. Un hombre de negocios que quiere vender al mayor precio y obtener las mayores ganancias.

Lo preocupante de todo esto es que, más allá de los afanes empresariales de la Casa Blanca, el mundo asiste mudo a un nuevo rearme mundial, de consecuencias imprevisibles.