En el Capitolio de Estados Unidos hay un tema que, lejos de apagarse, se aviva con las indagaciones de los senadores y se ha convertido en uno de los muchos dolores de cabeza para la Casa Blanca. Se trata de la intervención del gobierno ruso en las pasadas elecciones presidenciales. Tal parece que, sin la ayuda del Kremlin, Donald Trump no hubiera llegado a la presidencia.
Primero fueron los hackers, esos bandidos de las redes sociales que se metieron a las nubes secretas del Partido Demócrata para sacar información confidencial y subrayar el uso indebido de Hillary Clinton mediante su cuenta privada. Luego fue la serie de entrevistas que el equipo de Donald Trump -especialmente su yerno- llevó a cabo con personeros del gobierno ruso, con el fin de reforzar los apoyos del Kremlin a la campaña del candidato republicano. Y ahora han salido a la luz los gastos que llevó a cabo el gobierno de Vladimmir Putin para promover el voto a favor de Trump en las redes sociales.
Esta nueva veta de apoyo ilegítimo de un gobierno extranjero en las elecciones de Estados Unidos está siendo investigada por el senador republicano John McCain y los demócratas Amy Klobuchar de Minnesota y Mark Warner de Virginia. En la mira se encuentran los gigantes de las redes sociales, Facebook y Google. Ambos estuvieron excentos de rendir cuentas sobre quiénes estaban detrás de sus anuncios desde 2006, porque se consideraban medios de comunnicación diferentes a la prensa escrita, el radio y la televisión. Pero ahora las cosas han cambiado. El senado busca una rendición de cuentas común para los medios tradicionales y las redes sociales.
Hasta ahora, se ha descubierto que Facebook vendió más de 100 mil dólares en anuncios puestos en sus páginas a una entidad rusa ligada con el Kremlin, mientras que Google vendió por lo menos $4,700 dólares a cuentas presuntamente vinculadas con el gobierno ruso. Y mientras que el contenido de los anuncios no apoyaba abiertamente a la campaña de Trump, sí se refería a temas en los que el republicano tenía una postura bien definida, como la visión hacia los migrantes, los temas raciales y los derechos lésbico-gays.
¿Cómo demostrar que estos anuncios inclinaron la elección hacia el triunfo de Trump? Es muy difícil, pero los hallazgos prefiguran un ángulo de lo que parece ser una campaña bien orquestada desde el Kremlin.
En esta escaramuza, los titanes de las redes sociales no salen bien parados. Máxime cuando están en la mira de otro tipo de críticas, como su uso por parte del terrorismo, el tráfico sexual de niños, la evasión de impuestos y su poder monopólico. Pocos se imaginaron que uno de los temas candentes fuera el apoyo de Putin a la campaña de Trump. Ahora todos saben que cualquier cosa es posible.