La pandemia del coronavirus ha cambiado muchas cosas en el mundo. Entre ellas se encuentra el fútbol. En la Copa de Europa, donde se realizaban tres rondas finales de partidos a lo largo de casi dos meses -con sedes en diversos sitios del continente-, la Liga de Campeones, será decidida en solo diez días y en solo una ciudad: Lisboa, Portugal.
Pero el fantasma del coronavirus ronda por todas las canchas. Un equipo ya enfrenta un posible brote: el Atlético de Madrid reportó hace unos días que dos integrantes de su equipo habían dado positivo en las pruebas.
Algunos equipos se quejan de falta de prácticas por la pandemia. El Paris Saint-Germain, que jugará el partido de inauguración contra el Atalanta de Italia, solo ha jugado dos partidos desde marzo. El Bayern Munich tuvo un receso de un mes entre la final de la Copa de Alemania y su próximo encuentro con el Chelsea, en una pausa que puede ser una desventaja.
Por otro lado, los equipos de Inglaterra, Italia y España podrían quejarse de la falta de descanso. La temporada de una serie acaba de terminar el primer fin de semana de agosto, después de un calendario agotador de diez partidos en poco más de seis semanas.
Hasta la fecha, se han establecido un programa de pruebas de coronavirus para cada uno de sus jugadores que participan en el torneo: una antes de partir hacia Lisboa, otra a su llegada, y otra más el día previo de cada juego.
Para definir a la sede, los directivos del fútbol de Portugal, sostuvieron que, hasta entonces, su país no había sido afectado de manera tan fuerte como otras naciones, y que Lisboa tenía experiencia como anfitriona de grandes acontecimientos. Su intento de persuadir a las autoridades de la Unión Europea de Fútbol (UEFA) funcionó.
Un acuerdo para albergar el torneo, que incluía incentivos fiscales, fue modelado junto con el gobierno portugués, así como un protocolo sanitario detallado. Los partidos, anunció la UEFA, se realizarán sin público.