48 horas antes de morir, Juan Gabriel bailó, zapateó y movió las caderas para el júbilo de todos sus seguidores. El ídolo se presentó en el Inglewood Fórum de Los Ángeles, California, ante 17 mil 500 asistentes que corearon sus canciones, bailaron y enarbolaron banderas de México. Al cantante se le vio entero, lleno de energía, feliz, sonriente y emocionado. Eso fue el viernes 26 de agosto en la noche. El domingo 28, a las 11:30 de la mañana, en su residencia de Santa Mónica, California, al ídolo le falló el corazón y se murió.
La noticia ha conmocionado al país. Juan Gabriel era un icono del tamaño de Pedro Infante. Luis Videgaray, secretario de Hacienda, dijo que era «extraordinario, irrepetible y brillante, fue el cantautor mexicano más popular de todos los tiempos.» La presidencia dispuso un homenaje en Bellas Artes.
Juan Gabriel era un genio para explotar el nacionalismo mexicano. Por eso fascinaba a las multitudes.
Antes de morir, en California, un estado de la Unión Americana que paulatinamente están recuperando los mexicanos, Juan Gabriel gritó a todo pulmón: «¡¿Cuál es el mejor país del mundo entero?!»
Hoy ese país lo recibe, como siempre, con los brazos abiertos.