Nuevamente, al igual que en el inicio del capitalismo, ha surgido la preocupación por la expansión y dominio de los grandes monopolios. En un estudio reciente, publicado por los analistas económicos de las universidades de Yale y Chicago y difundido por The New York Times, se repiten de manera endulzada los análisis que realizaba Carlos Marx desde su buhardilla de Londres en el siglo XIX: si no se le pone freno, el crecimiento del capitalismo llevará forzosamente a la creación de monopolios cuyo enorme poder enriquecerá a unos cuantos, empobrecerá a la mayoría y dominará con el aumento de precios a todos los consumidores.
En Estados Unidos, el país que mejor aprendió las enseñanzas del libre mercado de Inglaterra, las grandes firmas gobiernan la distribución de los ingresos de la población, y el estudio sostiene que en las últimas décadas, el ingreso del 1% más rico de la población se ha duplicado, mientras que los salarios más bajos han caído un 10%. El país más rico del mundo es también uno de los más desiguales. Y esto se debe, en buena medida, a la acción de los monopolios. En ellos hay un puñado de inversionistas que meten su dinero a las acciones bursátiles con una regularidad puntual, y que se benefician enormemente con cualquier incremento de los precios de sus productos. De igual forma, se han creado pactos entre las empresas -sobre todo las cadenas alimenticias- para mantener los salarios de sus trabajadores en descenso, de manera que los márgenes de ganancias se incrementan con el simple paso del tiempo. Mas aún, hay ámbitos en los que los monopolios no tienen competencia. Prueba de ello fue la pregunta que uno de los fiscales le hizo a Mark Zuckerberg durante el juicio público por la entrega de datos personales de Facebook a Cambridge Analytica. Le dijo: «Si compro un automóvil de la General Motors que al final no me gusta, lo puedo vender y me puedo comprar un Ford. Pero… si ya no me gusta estar en Facebook, ¿a dónde me voy?»
Los autores del estudio regresan a la propuesta de crear una legislación antimonopolios en Estados Unidos, tal y como sucede en otros países. Pero esto es muy improbable. Al menos por el momento. Disminuir la desigualdad social en el país más poderoso de la Tierra no es una de las prioridades del gobierno de Donald Trump.