Como bien se sabe, Estados Unidos es el país más poderoso del mundo. Pero con todos sus recursos, no ha podido contener la pandemia del coronavirus. Al día de hoy tiene cerca de 12 millones de infectados y más de 250 mil muertos por el virus. Son cifras que se acercan a los números de caídos en las guerras, y no hay aún un acuerdo que guíe a las autoridades para saber qué hacer frente al problema. Para Joe Biden, el presidente electo del país, la lucha contra el coronavirus será la primera prioridad que enfrentará bajo su mandato. Para Donald Trump, el presidente saliente, la pandemia sigue siendo parte de un complot de sus adversarios para desacreditarlo.

Esa falta de acuerdos no responde únicamente a las diferencias políticas entre los actores. La estructura federalista de la nación es también un obstáculo. Eso se refleja en la falta de unión en la apertura de las economías, y en las contradicciones que eso arroja.

En Nueva York, que se convirtió en el epicentro de la pandemia en el primer semestre del año, las autoridades ordenaron cerrar todas las escuelas ocho semanas después de abrirlas. Lo mismo hicieron la ciudad de Denver y los estados de Mississippi, Kentucky y Minnesota.

Hace unos días el Doctor Anthony S. Fauci el experto del tema en el gobierno, sostuvo que la nación necesita «una estrategia uniforme», y no una respuesta dislocada, ciudad por ciudad y estado por estado. Muchos expertos coinciden, señalando que la falta de una respuesta coordinada nacionalmente ha sido la causa principal de la ubicación de la nación en el primer lugar mundial de infecciones y muertes.