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El oleaje azul

A medida que se acerca la fecha de las elecciones en el Capitolio, crece también la organización vecinal del Partido Demócrata. Hay en este movimiento caras nuevas. No solamente los jóvenes que votarán por vez primera el próximo 6 de noviembre, sino también las minorías despolitizadas hasta la fecha, las madres que se organizaban únicamente para las fiestas de sus hijos, los gays y transexuales que se sienten cada vez más excluidos por las políticas de la Casa Blanca, los empresarios pisoteados por los monopolios, los negros indiferentes al voto, los periodistas que escuchan los pasos del fascismo en las azoteas de sus redacciones, los actores y las cantantes que actúan para todo público y no solamente para la raza dominante. Todos ellos conforman una masa heterogénea que se mueve al unísono contra Donald Trump.

Las encuestas dicen una cosa, y las tendencias de twitter y las demás redes sociales también. Cuando la cantante Taylor Swift llamó a votar en su cuenta de Instagram a todos sus seguidores, la curva de las inscripciones al voto subió a 65 mil en un solo día. La cantante expresó hace un par de años su simpatía por Trump, pero ahora está llamando a votar en su contra. Lo mismo están haciendo las mal llamadas amas de casa de los suburbios tradicionalmente republicanos, muchas de las cuales se sienten agraviadas por las declaraciones de Trump contra las mujeres; los voluntarios que van de casa en casa llamando al voto en las colonias que parecen ajenas a la política; los votantes negros que se movilizan en las iglesias y las escuelas: los adolescentes que quieren hacer algo contra las matanzas en los colegios y el libre mercado de armas; los protectores de los emigrantes que quieren terminar con sus cacerías en la frontera; los viejos militantes del Partido Demócrata en sus bastiones dominados por ellos, que se sienten culpables por la indiferencia que demostraron ante el ascenso de Trump.

Y en el país donde todo lo mueve el dinero, actualmente los demócratas van a la cabeza en materia de donativos. Una de sus plataformas de redes sociales, llamada ActBlue, ha recibido más de 850 millones de dólares para multiplicar la propaganda, y en estados tan racistas como Georgia, las organizaciones negras han logrado tener más donativos que los grupos cercanos al KuKluxKlan.

A medida que el día electoral se acerca, los contendientes se frotan las manos. Y más los demócratas -fragmentados en legiones de grupos muy diferentes-, que piensan llegar con un nuevo ejército muy diverso a Washington y atrincherarse en la colina del Capitolio, en el extremo oriente de la Casa Blanca.

 

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