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El Teclado del Director

En México y en el mundo, el cine se ha convertido en un gigantesco espacio de discusión pública y una herramienta muy poderosa para despertar conciencias, develar zonas oscuras del mundo y modificar realidades incómodas, injustas y aún inhumanas. “El cine no es un simple entretenimiento”, nos dice Blanca Guerra, quien está al frente de la Academia Mexicana de Ciencias y Artes Cinematográficas, porque su influencia puede calar en las profundidades del individuo, transformar ciertas esferas de  la opinión pública y romper inercias sociales.

El cine se ha modificado radicalmente a lo largo de su historia, pero tiene una esencia que no cambia. En estas páginas Inti Cordera, encargado del festival internacional de documentales en la capital del país, nos recuerda los orígenes de la cinematografía, y pone el acento en esa pasión inagotable que mueve a los cineastas para retratar la realidad y revelarla con la fuerza de su imaginación y creatividad. Y Ambulante, esa organización que se ha dedicado a montar una caravana de cine sobre ruedas, nos dice que llevará los prodigios de la pantalla a las regiones más recónditas de la República, donde las salas de cine no existen. Por eso proyecta documentales en plazas públicas, fachadas de iglesias, foros universitarios y largas playas, con el rugido del mar como trasfondo.

Desde la trinchera del Instituto Mexicano de Cinematografía, José Rodríguez López afirma que el cine mexicano es el más vigoroso que se produce en Iberoamérica, y que su proyección internacional lo ha sacado del anonimato para convertirlo en una fuerte presencia en todos los festivales importantes del mundo; sin embargo, la asignatura pendiente que todavía arrastra es la falta de público. Más que paliar la frustración de las salas vacías, dice, lo que nos falta son acuerdos para elaborar una política de rescate de los espectadores.

Y aquí conviene resaltar la enorme transformación que está sufriendo el cine con la aparición de las series televisivas y los videos que deambulan en la red sin control alguno. En el llamado Primer Mundo, al parecer, las salas empiezan a despoblarse ante la competencia de las pantallas pequeñas donde se puede ver lo que circula en Internet. En México, mientras tanto, no hemos llegado a la fase de las salas llenas para ver nuestro cine, y el Internet no está en manos de toda la población.

Por su parte, desde sus respectivas butacas, Ignacio Herrera Cruz y José Woldenberg nos comentan un libro y una película del momento. Herrera Cruz nos cuenta una etapa crepuscular del cine mexicano con la figura de Gregorio Walerstein en un nuevo libro de Eugenia Meyer, y José Woldenberg nos entrega un texto sobre Gravity y sus efectos en el espectador. Es un artículo polémico, documentado y penetrante, como siempre.

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