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El tedio del individuo y la exuberancia del mundo

La Anomalisa de Charlie Kaufman

Luis Andrés Giménez Cacho

Candidata a recibir un premio Óscar, Anomalisa, la última película escrita por Charlie Kaufman y dirigida junto con Duke Johnson, es una provocación existencial de principio a fin. Estrictamente animada, gracias a la añeja técnica del stop motion, se trata de una obra orquestada con meticulosidad. En ella se armonizan la réplica obsesiva de los detalles junto con la sutil y atinada musicalización de Carter Burwell para dar vida a una metáfora de la soledad del individuo y la vida despersonalizada en la sociedad moderna. Sin embargo, las cinta es más que eso y, en el transcurrir de sus minutos, alcanza a mostrarnos la decisión que debemos tomar entre optar por la búsqueda de la pureza o transigir con la compleja realidad social, donde la diversidad de pasiones y puntos de vista nos pueden sumergir como náufragos en medio de una tormenta si decidimos no utilizar nuestra fuerza para nadar.

Es en medio de esta tempestad humana donde, a lo largo de 90 minutos, desfilan ante nuestros ojos fragmentos de la realidad vivida por Michael Stone. Su vida se ha transformado en la confortable cárcel de la monotonía en el “estado de bienestar”. Él es una marioneta convertida en hombre, uno que disfruta de la comodidad consumista tras haber alcanzado el éxito con un bestseller dedicado a la atención al cliente. Está en Cincinnati por una noche, ciudad en la cual conoce a Lisa, cuyo nombre transfigurado da título a la película. Ella es una mujer común y corriente, salvo por una voz única que la distingue del resto. En ella, Stone ve la salvación del mundo de títeres en el que se encuentra metido; aunque tal vez este allí por sus propias decisiones.

Esta película no sólo es una retahíla de embellecidos lamentos a partir de la alienación del individuo en la sociedad contemporánea. También es una llamada de atención sobre la belleza atrapada en los detalles mundanos, como en cada uno de los cientos de rostros que se hicieron para dar vida a los personajes. Esta película nos invita a participar en el mundo con una renovada vocación por descubrir la riqueza y “las anomalías” en lo que nos rodea, pues es justo entender que el mundo, y nosotros, somos tal cuales somos debido a la sociedad y no sólo a pesar de ésta. Nos podemos dejar capturar por la rutina y la necesidad pedestre de acumulación. Pero, de hacer un esfuerzo, hallaremos que la exuberancia del mundo a nuestro alrededor nos puede envolver para encontrar una vida llena de humanidad, la cual nos acompañará tanto en los libros que leamos como en la ropa que vistamos día con día.

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