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El tráiler de los muertos

El tráiler salió de la morgue de Jalisco e inició su rondín. Primero se fue a Tlaquepaque, el crisol eterno de los mariachis. Ahí, alguien se percató de su contenido y pidió que lo movieran de sitio. Entonces pasó a Tlajomulco, capital de la birria y el molcajete. Ahí sucedió lo mismo. Y por eso se fue de regreso a Guadalajara. Entonces salió la noticia. Adentro del tráiler había 157 cadáveres bien refrigerados.

La alcaldesa de Tlaquepaque declaró que, cuando el tráiler llegó a su municipio, el gobierno estatal ya conocía de su existencia. Que el director del Instituto Jalisciense de Ciencias Forenses le comentó que la morgue estaba rebasada para albergar los cadáveres, y que por ello decidieron mantenerlos en el contenedor frigorífico. De manera inmediata, después de esta declaración fúnebre, el gobernador del estado anunció su destitución.

No se sabe quienes son los muertos. Pero todos tienen las marcas de identificación que marca la ley: la ficha odontológica, las  huellas dactilares, el perfil genético con muestras de ADN y la fotografía forense. Simplemente tuvieron que salir de la morgue por falta de cupo. Tal vez, en el rondín del tráiler, alguien pudiese identificarlos. Pero no llegó nadie.

México es un país donde los muertos recientes buscan a sus familiares, y las madres y padres de los desaparecidos en el pasado siguen buscando a sus muertos.

Varios miembros de la Fiscalía General del Estado dijeron que han localizado diversas fosas clandestinas en Tlajomulco de Zúñiga, y el fiscal Raúl Sánchez Jiménez declaró que el Cártel Jalisco Nueva Generación está detrás de esos hallazgos.

La Comisión Nacional de Derechos Humanos declaró que hasta la fecha ha encontrado más de 1,300 fosas clandestinas en el país.

Las organizaciones de familiares de los desaparecidos -cuyo número oficial son 37 mil nombres- le pidieron la semana pasada al presidente electo que les ayude a encontrar a sus familiares. O a sus muertos, decían muchos. En un evento desgarrador en Tlatelolco, las madres y los padres llevaron los nombres de sus hijos, sus fotografías, sus voces, sus gritos.

Mientras tanto, los 157 muertos del tráiler siguen sin tener nombre. Ni un lugar para el descanso.

 

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