Francia va a las elecciones el 25 de abril con una carrera cerrada, donde el ganador lo será por una nariz. Hay 11 candidatos, de los cuales 5 tienen posibilidades de ganar buena parte del electorado. Y dos de ellos, Emmanuel Macron y Marine le Pen, pueden pasar a la segunda vuelta.
Los otros tres candidatos fuertes arrastran escándalos, visiones radicales y desprestigio, y su papel puede ser quitarle votos a los punteros. Françoise Fillon, líder de las primeras encuestas, es un conservador de viejo cuño, que aspira a alinearse con los dictámenes del libre mercado, pero que vio despeñarse su carrera política cuando se descubrió que había empleado a su esposa en su propio staff. Jean-Luc Melenchon es el mayor de todos en edad, pero ha captado la atención de los jóvenes con un discurso de izquierda incendiario, que ataca frontalmente a la ultraderechista Marine Le Pen y que propone -al igual que ella-, sacar a Francia de la Unión Europea. Benoit Hamon es el candidato del Partido Socialista, que busca recuperar lo perdido después de la nula popularidad del actual presidente, Françoise Hollande.
De los posibles punteros, Marine Le Pen es un personaje conocido por sus posturas contra los migrantes, su deseo de sacar a Francia de la Unión Europea, y sus eufemismos sobre el Holocausto nazi. Arrancó con mucho vuelo en las encuestas impulsada por el Brexit del Reino Unido y el triunfo de Donald Trump en Estados Unidos, pero ha sido frenada por la corriente centrista que no quiere imitaciones del exterior. Y Emmanuel Macron, un socialista que salió del partido para fundar uno propio -más hacia el centro-, propone retomar la inversión pública para crear nueva infraestructura, capacitación para los trabajadores en los nuevos empleos y el impulso a las energías verdes.
Lo más probable es que Le Pen y Macron pasen a la segunda vuelta, que se llevará a cabo el 7 de mayo. La sorpresa sería que Melenchon se colase desplazando a cualquiera de los dos.