Elon Musk (en la fotografía) es el nuevo dueño de Twitter. Su compra se realizó por la nada despreciable suma de 44 mil millones de pesos. Y para afianzar su dominio sobre la empresa, Musk dijo que con ella esperaba ampliar la libertad de expresión, terminar con la era de los bots y buscar que la comunicación humana llegue más allá de cualquier horizonte.

Musk no es un hombre común y corriente. Es el amo de la comunicación moderna. A los diez años empezó a programar. Y conforme fue creciendo, fue añadiendo funciones a sus actividades. A muy temprana edad organizó la firma Tesla, una empresa que diseña, fabrica y vende automóviles eléctricos, componentes para la propulsión de vehículos eléctricos, techos solares, instalaciones solares fotovoltaicas y baterías domésticas.​

Musk afirmó, tras hacerse publica la compra de la red social, que esperaba que sus críticos no la abandonen.

Es difícil que eso suceda. Tal vez Elon Musk no tiene el carácter para agradar a todo el mundo. Tal vez es arrogante y mal encarado. Pero su visión para divisar el futuro vale muchas monedas.

Y eso último, no está de más recordarlo, es lo que buscan todos los empresarios.