Después de décadas de obstrucción y parálisis, empieza el deshielo en el Caribe. Cuba y Estados Unidos han iniciado relaciones con algunas medidas de acercamiento. Tibias, dirían algunos, pero después de tantos años de guerra fría se antojan un parteaguas.
Para empezar, se ha iniciado un flujo de visitas de manera restringida, pero que implica el viaje a la isla de aquellos norteamericanos que tienen familiares en la isla; también pueden ir empresarios, periodistas, religiosos, investigadores, maestros, artistas y atletas.
Igualmente importante es la apertura de flujos económicos, que implica la ampliación de las remesas de familiares hacia la isla, con montos hasta de 10 mil dólares. Junto a ello, se autoriza a las empresas de Internet y teléfonos celulares a instalarse ahí donde esta comunicación estaba restringida, y se iniciarán las transacciones bancarias.
Para los fumadores, la compra de hasta 100 dólares de los famosos puros Cohiba es un aliciente adicional para vacacionar en las playas de La Habana.
Por supuesto que existe una corriente reticente que afirma que la nueva apertura solo va a beneficiar al regimen del Partido Comunista Cubano. Pero existe también la idea contraria. «Cuba tiene un gran potencial de crecimiento económico -dijo el Secretario del Tesoro de Estados Unidos, Jack Lew-; a través de nuestro apoyo al turismo, al comercio, a las comunicaciones y a las empresas privadas, Estados Unidos puede ayudar al pueblo cubano a determinar su propio futuro.»