Las cárceles pueden dejar de ser pocilgas donde se enseña a los internos a delinquir. Parece mentira, pero la cárcel de San Quentin, al norte de la bahía de San Francisco, ha puesto en marcha un programa de rehabilitación para los internos con el fin de modificar su visión del mundo y reintegrarlos a la sociedad de manera pacífica y productiva.
La cárcel es la más antigua de Estados Unidos -fue construida en 1852-, ha sido el escenario de decenas de películas y miles de atrocidades en su interior -desde riñas sangrientas y motines difíciles de gobernar hasta una lúgubre cámara de gas para exhibir la pena de muerte al público-, pero al estar situada en la bahía al norte de San Francisco en un condado que se ha distinguido por su solidaridad, hoy en día alberga una serie de oportunidades insólitas para los presos que han pasado por sus crujías a lo largo de su historia.
San Quentin recibe a 3 mil voluntarios aledaños que enseñan a los 4 mil internos cómo la vida puede ser diferente. Imparten cursos para montar obras de Shakespeare, lecciones del manejo emocional de la ira y la violencia, terapias contra la ansiedad y las adicciones, aprendizaje de instrumentos musicales, meditación y yoga, cursos de redacción y lenguaje para el periódico y la radio interna y, en un contexto en el que la computación y las redes sociales están revolucionando el mundo desde Silicon Valley, clases de ingeniería electrónica y manejo de software.
Hasta hace poco tiempo, los reos que salían de San Quentin llevaban a cuestas un rencor social difícil de manejar. Volvían a sus barrios a rumiar sus enconos, regresaban a sus bandas de origen para planear nuevos golpes, buscaban la forma de dar rienda suelta a la venganza. Ahora se ha visto que los presos que asisten a los cursos de rehabilitación con la resuelta actitud de cambiar su propio comportamiento, salen de San Quentin con la idea aplicar sus nuevas habilidades y en su gran mayoría no son reincidentes.
Algunos han logrado insertarse en los grupos musicales del momento. Otros están a la espera de ser contratados como técnicos auxiliares en Twitter y Google.