Si el coronavirus se ha ensañado con los lugares que reúnen a mayores cantidades de gente, uno de esos lugares son los estadios. En México, donde existen estadios que concentran hasta 100 mil, 75 mil, 50 mil y 25 mil espectadores, las entradas a los estadios -y los ingresos correspondientes- se han reducido notablemente,
Los directivos de los clubes suponían que los estadios podrían abrirse con medidas preventivas a partir del 18 de septiembre, pero ni las autoridades deportivas ni las de la Secretaría de Salud han llegado a un acuerdo definitivo. En otras naciones, algunos países han permitido un ingreso regulado a los estadios, pero esta medida no ha dejado conforme a nadie. En Francia, las autoridades permitieron el ingreso de hasta 5,000 aficionados a los estadios, todos con cubrebocas y guardando la sana distancia entre ellos. En Alemania, se llegó al acuerdo de que los espectadores puedan asistir a los estadios siempre y cuando el equipo que juega sea local, para evitar el traslado de aficionados a otras ciudades. En Estados Unidos, en la ciudad de Kansas City, las autoridades del fútbol americano permitieron el ingreso del 22% del aforo, que representa poco más de 16 mil aficionados.
Ya no es lo mismo, desde luego. La atmósfera en los estadios es muy diferente. El calor de la afición, los gritos de aliento, las porras y los abucheos han disminuido hasta casi desaparecer. En Alemania, a pesar de la férrea oposición de los aficionados, se han prohibido las cervezas en los estadios.
Para los alemanes es como ir a las discotecas, pero sin música.