Parece algo incomprensible, pero el país más poderoso del mundo no puede contener y mucho menos erradicar el coronavirus. Desde que la epidemia se inició oficialmente en marzo de este año, la pandemia se empezó a extender en Estados Unidos de manera incontrolable, y al día de hoy se reporta un número de 6.57 millones de casos infectados y un número de decesos superior a los 194 mil. Hay ya muchos más muertos en Estados Unidos por el coronavirus que por la Segunda Guerra Mundial.
Los analistas barajan las principales causas de esta tragedia, sin atinar a identificar los motivos principales y, sobre todo, sin poder ponerle freno de manera eficaz y pronta. Algunos señalan como causas la fragmentación de los poderes políticos y el predominio del individualismo, ya que hasta ahora no existe un liderazgo que se ponga al frente de la nación y señale claramente lo que debe de hacerse para combatir la pandemia. El presidente ha tenido un comportamiento errático, que va desde negar la existencia del virus hasta señalar que terminará pronto, con el fin de calmar los temores de la población. Los gobernadores y dirigentes de partidos se culpan unos a otros por no haber puesto a tiempo las medidas pertinentes. Los ciudadanos deambulan por las vías públicas sin la protección debida, ya que muchos están convencidos de que las medidas básicas -como el uso del cubrebocas y la distancia social- no sirven de nada.