Son falsos, pero son millones. Por eso son importantes. Porque son profundamente nocivos. Según el Departamento de Estado de la Unión Americana, más de 2 millones de tweets se difundieron en todas direcciones enviando noticias falsas y teorías conspirativas durante las primeras tres semanas en las que el coronavirus sentó sus reales en todo el orbe.
Se difundieron todo tipo de mentiras. Una de ellas, que alcanzó un enorme rango, afirmaba que el coronavirus había surgido a instancias de la fundación de Bill Gates y su esposa Melinda, y que era una respuesta vinculada a la participación de China en la guerra comercial contra Estados Unidos. Se trata de una teoría completamente falsa, pero que tuvo una difusión enorme.
«Este análisis es una ventana para ver cómo las falsedades sobre el coronavirus se vuelven virales y se esparcen más rápidamente que el propio virus», señaló Graham Brookie, el director de una firma de investigación que sigue el trayecto de las desinformaciones. «El análisis arroja luz sobre la globalización de la necesidad de información y la falta de fronteras entre las verdades y las mentiras.»
Otra de las falsedades que se difundieron para encrespar la ola del miedo desatada por la pandemia estuvo centrada en las costumbres de China, entre las cuales estaba la supuesta ingestión de sopa de murciélagos y vampiros. Esto, para añadir un condimento de terror entre la población.
Aunque las empresas que están al frente de las redes sociales trataron de enfrentar la falsedad de las noticias en sus respectivos ámbitos, la virulencia de la difusión ha podido más que la cautela para creer cualquier información. Facebook, en particular, buscó prohibir leyendas, fotos y videos sobre las mentiras, especialmente la difusión de curas y medicamentos que ni siquiera existen.
El estudio del Departamento de Estado afirma que el 7% de los tweets que recorren las redes son falsos. Hay que andar con cuidado.