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Frente a la cámara

Tomar una fotografía parece algo sencillo. Con una cámara simple, cualquiera puede apuntar a la imagen con el visor, enfocar la silueta girando el diafragma y disparar en el momento oportuno para captar la figura deseada. Y ahora, con todos los celulares equipados con cámaras fotográficas, los usuarios pueden tomar cantidades inimaginables de fotos.

Pero hay también un cúmulo de fotógrafos profesionales que se toman su trabajo muy en serio, buscan todos los factores deseados para lograr la mejor foto, esperan con paciencia la luz del sol adecuada, se mueven en círculos hasta lograr el ángulo preciso y captan justamente las imágenes que querían, porque representan el trabajo perfecto. Son fotógrafos que conciben a sus fotografías como trofeos, obras de arte o amuletos infalibles.

Para estos fotógrafos, la relación con el objeto retratado no es nada simple. En su trabajo no se trata de captar las imágenes y despedirse de la realidad que las produjo. Si las imágenes son de personas, establecen relaciones generalmente íntimas, muchas veces entrañables. Son fotógrafos que retratan tribus indígenas, seres marginados, emigrantes que corren riesgos, familias desmembradas por las guerras, niños huérfanos despojados de todo. Con todos ellos tejen lazos de afecto, les pagan una parte de sus por las fotografías tomadas, ayudan a las organizaciones que les prestan ayuda.

Lo mismo sucede con los paisajes. Muchas veces los fotógrafos se involucran en la conservación de las especies, colaboran en la protección de las áreas naturales, se vuelven benefactores de gacelas y manatíes, cactos de los desiertos y árboles de las selvas. A veces, gracias a sus fotografías, árboles que parecen muertos reviven por los recursos que fluyen para su conservación; a veces, también, algunas especies mueren por la cantidad de turistas que las visitan. Y todo por una fotografía.

Para el fotógrafo francés Réhahan el prefacio de una fotografía debe ser la convivencia con las personas que apunta con su cámara. Así conoce sus vidas, se in involucra con ellos, retrata sus almas. Para el japonés Kenro Izu, su deber es dar parte del dinero que recibe como fotógrafo a los hombres que hacen su trabajo posible. Para el paisajista británico Michael Kenna, sus fotografías deben servir para conservar el medio ambiente de sus imágenes. Para la muchas veces premiada fotógrafa inglesa Jane Goodall, los animales que retrata deben perseverar como especies.

Para todos ellos -y muchísimos más- la fotografía es un arte, y el mundo es un lienzo enorme.

(Con información de la BBC)

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