Entre todos los problemas que ha dejado la pandemia en el mundo, uno de los más graves es el de la deserción de los niños de las escuelas. Fuera de las aulas, con las escuelas cerradas, los niños mantienen muy poco o nulo contacto con sus maestros, y les resulta muy difícil -si no imposible- ponerse al día con la velocidad de sus cursos.

Ya avanzado el segundo año de la pandemia, América Latina enfrenta una crisis educativa. Ha sufrido el cierre de escuelas más largo de cualquier región del mundo, reporta Unicef, casi 16 meses en algunas zonas. Mientras que muchos estudiantes de los países prósperos han regresado a las aulas, 100 millones de niños en América Latina siguen estudiando total o parcialmente a distancia.

Las consecuencias son alarmantes, dicen funcionarios y expertos en educación: con las economías de la región golpeadas por la pandemia y los vínculos con las aulas tan tenues, los niños de primaria y secundaria están abandonando la escuela en grandes números, generalmente para trabajar.

El Banco Mundial estima que es posible que millones de niños en Latinoamérica ya hayan abandonado el sistema escolar. En México, 1.8 millones de niños y jóvenes no retomaron sus estudios este año, de acuerdo con el INEGI. Ecuador perdió 90 mil alumnos de primaria y secundaria. Perú dice haber perdido 170 mil, y a las autoridades les preocupa que las pérdidas reales sean mucho mayores. Más de 5 millones de niños en Brasil no han tenido acceso a la educación durante la pandemia, afirma la Unicef.

Recuperar el tiempo perdido -afuera de las aulas- es uno de los mayores desafíos al término de la pandemia.