Helen Keller es, en la actualidad, un nombre desconocido. Pero es un nombre que debe estar en los libros de historia. Los libros de las grandes hazañas. Los libros del triunfo del bien sobre el mal. Los libros para discapacitados y los libros para los niños.
La historia de Helen Keller es una historia de bravura, de tesón, de orgullo por ser parte de la familia humana y de ánimo para llevar su lucha hasta el final.
«Helen no tenía ningún tipo de educación -dice Fernando Larrañaga, director de la obra de teatro-; cuando era más pequeña, se paraba alrededor de la mesa de la familia y recorría plato por plato comiendo de la comida de todos con la mano. En la obra la vamos a conocer como una pequeña salvaje metida en una oscuridad, en una soledad, como dijo ella, al no ver, al no hablar y al no oír».
Sorprendentemente, Keller llegaría a graduarse con honores de la universidad, y a relatar su propia historia en un par de libros. Todo esto a partir de los esfuerzos de la maestra Anne Sullivan, quien la llevó a una cabaña y ahí, enfrentadas una a una, la sacó de las sombras al instruirle un sistema de signos para deletrear el nombre de los objetos con las manos.
Fernando Larrañaga es el autor y director peruano de la puesta en escena Helen Keller: La increíble historia, que fue estrenada en el teatro Rodolfo Usigli de la Sociedad General de Escritores de México a finales del año pasado.
La obra es de un dramatismo brutal, pero también un canto a la vida.