El anuncio de que Hillary Clinton se postula como candidata a la presidencia por los demócratas era algo sabido desde que renunció al cargo de Secretaria de Estado en la presente administración. El presidente Obama estuvo floreando su candidatura desde hace meses, y los republicanos no saben todavía si enfrentarla a otro miembro de la famiiia Bush pueda darles buenos resultados.
Adentro del partido demócrata Hillary tiene pocos oponentes. Más bien, ninguno. Por supuesto tendrá que renovar la confianza del electorado negro, y convencer a los latinos de que siempre estará a su lado. Tiene un activo fijo entre las mujeres demócratas y muchas republicanas, y la clase media profesionista está mayoritariamente con ella.
Si la recuperación económica de Estados Unidos continúa y el dólar sigue como la moneda más poderosa del mundo, muchas puertas se le abrirán en 2018.
Pero el mundo es hoy en día un mar de aguas turbulentas, y la revoltura de los países árabes representa un peligro mayúsculo para las naciones occidentales y para Estados Unidos en particular. Porque ante la obstinación del dictador de Siria por mantenerse en el poder, el fraccionamiento de las sectas que interpretan El Corán a su manera, el caudillismo militar de los egipcios y el terrorismo de nuevo cuño del Estado Islámico, cada vez quedan menos núcleos demócratas en el mundo árabe.