En Estados Unidos hay un malestar creciente con los sistemas de seguridad. El pasado viernes 19 de septiembre un veterano de guerra identificado como Omar González logró saltar la reja de la puerta de la Casa Blanca y llegar corriendo hasta la residencia presidencial, sin que nada ni nadie lo impidera. Después se descubrió que en su automóvil guardaba 800 cartuchos de municiones. Si el Presidente Obama hubiera estado en el recinto, y el hombre hubiera llevado explosivos, el resultado sería una desgracia completa.
En un artículo de la revisa Time, Ronald Kessler afirma que el Servicio Secreto trata de engañar al público ocultando sus propias deficiencias, alegando que mientras el sujeto corría hacia la puerta de la Casa Blanca, los oficiales hicieron gala de un «tremendo autocontrol». Lo que hicieron, a su juicio, fue demostrar su incapacidad. Hasta en el país más poderoso del mundo los mandatarios están a merced de cualquier loco.