Con guión de Jane Anderson, basada en la novela homónima de la escritora estadounidense Meg Wolitzer, el director sueco Bjorn Runge dirige a Glenn Glose y Jonathan Pryce para presentarnos una historia que tiene múltiples facetas y niveles. Primero nos muestra lo que parece la típica relación dentro de un matrimonio, donde ella dedica su vida entera para atenderlo en todas sus necesidades; pero conforme avanza la historia, se empiezan a revelar los secretos que este matrimonio esconde. Luego se desata una tormenta. A partir de la entrega del Premio Nobel de Literatura que obtiene el esposo, se desencadena un juego de miradas cáusticas y sutiles reproches que nos adentran en los entresijos de la dedicación de esta abnegada esposa que, al apartarse del foco de la opinión pública, se pierde en la penumbra para dar toda la luz de su creatividad a su ególatra esposo.
Como en todas las obras rescatables, el flujo narrativo va ganando en intensidad dramática, en matices de grises en la trama y en la complejidad de las personalidades, para dar paso a una profunda reflexión sobre la simbiosis en la pareja, la creación artística, el ego, la fama y la necesidad de cada persona de expresar su propia voz.
Lo que resulta más interesante es lo que se encuentra detrás de la historia central, la situación que viven las mujeres en la literatura y la relevancia que pueden o no pueden lograr en un mundo dirigido por los hombres. ¿Quién se detiene a escuchar lo que tiene que decir una mujer? La película invita a la reflexión sobre la violencia de género y los comportamientos que tomamos como “comunes”. De ahí llegamos a la conclusión de que nuestros usos y costumbres son atroces.
Magnífica interpretación de personajes, espléndida Glenn Close, que dota de humanidad, complejidad, realismo y vitalidad a una película que va más allá de la anécdota para incidir en la reivindicación social. Basta con escuchar el discurso de aceptación de la actriz en los Golden Globe. Con lágrimas de emoción subió al escenario por su estatuilla dorada y habló de su mamá y a nombre de su mamá. Dijo que ella se había dedicado exclusivamente a su padre, sin realizarse como mujer y como persona. Y ese fue, en síntesis, el dilema que la película trata de subrayar. Y eso le ocasionó una tremenda ola de aplausos con el público de pie.
En sus mejores pasajes, la película expone con cierta ironía y acidez el cinismo y la hipocresía del mundo literario y de los protagonistas. En otros, el director sueco Bjorn Runge apela a una excesiva crueldad hacia los personajes y a algunas soluciones un poco obvias. Pero sin duda los buenos momentos de humor negro y la intensidad de las actuaciones hacen de La esposa una cinta más que atractiva.