Los drones tuvieron su origen en los aviones de juguete que volaban a control remoto, y muy pronto se convirtieron en parte de las estrategias militares para llegar a lugares de difícil acceso. En los años rapaces de la búsqueda del líder de Al Qaeda, el ejército norteamericano utilizaba drones en las montañas más ariscas de Afganistán para buscar a Osama Bin Laden. Posteriormente, los drones multiplicaron la diversidad de sus usos, y en la actualidad han resultado benéficos en situaciones de desastres.

Cuando el huracán María azotó San Juan de Puerto Rico el año pasado y dejó a la ciudad incomunicada y a oscuras, unos técnicos de la ATT tuvieron la ocurrencia de volar un dron con señales de Internet desde el estacionamiento de un Walmart, y con ello restablecieron la señal telefónica para miles de familias. Hoy en día los drones son utilizados, entre otras cosas, para vigilar y fertilizar las cosechas en extensos campos agrícolas, monitorear la contaminación de ciertas zonas y hacer tomas aéreas para películas de Hollywood.

Mientras el uso de los drones ha salvado vidas en situaciones de peligro -el vuelo de los  drones ayuda a los bomberos a localizar personas entre el humo del fuego en Menlo Park, en California-, las empresas están diseñando estrategias con drones para multiplicar sus ganancias. Amazon está ensayando entregas de productos a corta distancia para ahorrar tiempo, Facebook los está utilizando para llevar señales de Internet a lugares inaccesibles. En algunos suburbios de Estados Unidos, ya hay entregas de pizzas con drones, desplazando a las motocicletas.

El mercado de los drones está en ascenso.En 2017 se vendieron 3 millones de drones en el mundo, y la Oficina Federal de Aviación en Estados Unidos tiene registrados a un millón de usuarios de estos platos voladores. Sin embargo, la principal productora de drones es la firma DJI, que se encuentra en la ciudad de Shenzhen en China, y se espera que el uso de estos artefactos se multiplique rápidamente en el país más poblado del mundo.

Pero lo mejor del caso está por venir. Debemos prepararnos para volar. Ya se está diseñando un dron que sustituya a los taxis en las ciudades donde proliferan los embotellamientos. Esperemos que pronto llegue a la CDMX. Y que las tarifas no rebasen a las de UBER.  Y aunque las empresas automotrices ya están diseñando estrategias para disuadir a los usuarios potenciales de estos vuelos, no hay que tener miedo.