El enemigo principal del Estado Mexicano es el narcotráfico. Se le llama crimen organizado, cárteles de la droga o simplemente grupos delictivos, y se consideran organizaciones compactas que operan en diferentes regiones de la República. Esas organizaciones son el Cártel de Sinaloa, que tiene su sede en las ciudades de Culiacán y Badiraguato; los Zetas, cuyo centro de origen fue el estado de Tamaulipas; el Cártel Jalisco Nueva Generación, que opera básicamente en dicho estado y tiene su origen en Guadalajara y Zapopan; la Familia Michoacana, que creció en esa entidad y se extendió hacia Guerrero. Todos esos grupos han tenido influencia en amplias regiones del país, han luchado encarnizadamente por ganar plazas lejanas, y han empapado de sangre entidades enteras.
Puesta la lucha contra el narcotráfico de esa manera, parece que los llamados cárteles son organizaciones piramidales con mandos únicos, estructuras jerárquicas cuyas órdenes bajan desde los altos mandos hasta los sicarios que vigilan en las esquinas, organizaciones que actúan como partidos políticos o ejércitos de naciones que se mueven con disciplina y metas bien definidas.
Pero la realidad no es así. Los cárteles son constelaciones de grupos que giran en torno a determinadas familias, que se han adueñado de pueblos y ciudades con carencias de seguridad, y se enfrentan entre sí en guerras que resultan muy difíciles de combatir por el Estado Nacional. Son grupos que coinciden en la producción y distribución de drogas, pero que gozan de una gran autonomía y reportan sus acciones solo a sus jefes inmediatos. De esta manera, los miembros del crimen organizado no se conocen entre sí, pero pueden actuar de manera coordinada, como sucedió en el caso de Culiacán para rescatar al hijo del Chapo Guzmán.
El narcotráfico tiene además una infraestructura muy amplia, que tampoco rinde cuentas a mandos centrales. Posee acciones en empresas, centros comerciales, hoteles, casas de empeño, centros de diversión, parques acuáticos, restaurantes, ranchos, comercializadoras y gasoilneras. Y las finanzas de ese universo empresarial tampoco están centralizadas.
Finalmente, el narcotráfico tiene redes financieras muy sólidas en Estados Unidos, que es el país que les proporciona recursos y armamentos.
Por el rango de autonomía de la enorme nube del crimen organizado, su combate es una lucha contra una hidra del mil cabezas.