La “aparición” de González Iñárritu
Luis Andrés Giménez Cacho
La colección de imágenes que nos ofrece Alejandro González Iñárritu en The Revenant: El renacido es espectacular. La crudeza de la vida salvaje, una vida que cada vez nos elude más en este mundo urbano, se ve retratada por el sufrimiento de Hugh Glass, explorador interpretado por Leonardo Di Caprio. A la par que se observa a un hombre brutalmente atacado por un oso, o arrastrándose para comer lo que encuentre con sus manos, es impactante mirar la densidad del bosque salvaje, el murmullo esperanzador del agua, la nieve abrumadora que todo lo cubre como espuma. Los restos espectrales del paso de los hombres contrastan con la hermosura agreste
El personaje, luego ser abandonado a su suerte, es propulsado de la muerte a la vida por el deseo de supervivencia y venganza. Su experiencia es importante, pero se vuelve aún más con la narrativa visual pausada de la película, la cual brinda la posibilidad al espectador de reflexionar sobre el significado de las acciones de los hombres, sus motivaciones y su insignificancia frente a la imponente realidad natural. La fotografía virtuosa de Emmanuel Lubezki se desborda desde la primera secuencia, la cacería de un alce en lo que parece un río desbordado que corre por encima de las raíces de los árboles. A lo largo de estos primeros minutos se explota de mejor manera la luz natural con la que fue filmada la obra. La película arranca en una hora donde la luz es suficiente para observar todo lo que hay a nuestro alrededor inmediato, pero la sombras que se proyectan son de una profunda oscuridad. Este contraste, entre luz y oscuridad, se ve manifestado desde el comienzo y sienta el tono visual de la obra, con momentos de deslumbrante esplendor natural frente a la violenta negrura dentro del ser humano.
Así transcurre esta historia que nos invita a la reflexión de lo que somos como humanos y de lo que podemos llegar a hacer con tal de sobrevivir en un medio cuya fuerza y magnificencia nos trascienden. Si tenemos paciencia, podremos llegar a percibir estas verdades con nuestros ojos, afortunadamente hoy las podemos apreciar gracias a una cámara de cine.