Es un contraste digno del llamado tercer mundo: mientras en las largas horas del día Puerto Rico goza de una luz solar que llama a la alegría y mantiene las pieles morenas y los corazones ardientes, el pasado mes de abril las calles de San Juan -la capital del país- se quedaron en la penumbra a lo largo de las noches (ver fotografía). El millón de medio de habitantes se quedó sin electricidad durante días. Y de nada sirvió la anexión de la isla como Estado Libre Asociado al país más poderoso de la Tierra, Estados Unidos. Durante el apagón, ningún norteamericano llegó en su ayuda. Peor aún: Puerto Rico es el territorio de la Unión Americana donde la luz es más cara.

Pero no todo ha sido oscuridad. En el poblado de Adjuntas, una comunidad de menos de 18.000 habitantes en las montañas boscosas del centro de Puerto Rico, más de 400 hogares y negocios tuvieron luz gracias al trabajo de Casa Pueblo, una organización sin fines de lucro que trabaja por la conservación en la isla y ayuda con dispositivos de luz solar. Con baterías de respaldo, pudieron funcionar incluso cuando el resto de la red se cayó, lo que mantuvo los negocios abiertos y convirtió al lugar en un refugio para las personas que usan dispositivos médicos que necesitan ser recargados.

Aunque el número de instalaciones solares ha aumentado en los últimos años, la energía solar sigue representando únicamente el 2,5 por ciento de la producción total de energía de Puerto Rico, según datos del gobierno. El resto proviene de plantas alimentadas por gas natural, carbón y petróleo importados, y otra parte de la energía eólica.

Muchos puertorriqueños no pueden darse el lujo de gastar los 27.000 dólares que puede costar un sistema típico de energía solar, y el gobierno no ´puede ayudar a la población por estar hundido en la mala administración de sus finanzas.

Sí: hay que vivir en Puerto Rico de día, y solo dormir en la noche.