La Presa Hoover es un símbolo del poderío económico de Estados Unidos. Construida en el lustro que va de 1931 a 1936, lleva el nombre de quien fuera el presidente del país en los años negros de la recesión, y es un ejemplo de cómo las dificultades pueden convertirse en oportunidades. Es una construcción colosal con más de 220 metros de altura y 280 metros de longitud, y su edificación se ha comparado a las pirámides de Egipto en el siglo XX.
Situada muy cerca de Las Vegas, los turistas que se animan a visitarla son, en comparación con los que frecuentan los casinos, muy pocos. La mayoría prefiere el trago, los espectáculos y las apuestas. A la Presa Hoover acuden sobre todo los ingenieros y los arquitectos, porque la generación de megawatts por sus turbinas es impresionante, y porque sus torres son un ejemplo monumental del estilo Art Deco en el mundo.
Ahora la Presa Hoover vuelve a estar en el centro de la atención de los técnicos y constructores de Estados Unidos. El municipio de Los Ángeles ha presentado un proyecto magno para convertirla en un recipiente de energía para que la ciudad no vuelva a sufrir los apagones en serie, que en los barrios pobres son tan frecuentes. Se trata de aprovechar la energía del viento y la del sol, tan proclives a la mitigación del cambio climático. La idea es incrustar un sistema de tuberías capaz de llevar las aguas del Colorado río abajo, cerca de 50 kilómetros al sur, y en ese punto construir una estación de bombeo gigante para devolver el agua al lago central de la presa. De esa manera se podría tener una reserva de agua capaz de almacenar la energía que en ocasiones falta. Ah, y no habría nuevas emisiones de gases de efecto invernadero que calientan la Tierra. La estación de bombeo funcionaría con las fuerzas del sol y el viento.
El proyecto está diseñado para empezar a operar en 2028. Pero como está en el ámbito federal, falta que la administración de Washington lo apruebe. Costará solamente 3 mil millones de dólares.