En la danza de las cifras que rodean la epidemia del coronavirus, hay algunas que tocan casi sin querer a las preferencias electorales de los votantes. La pandemia llegó al mundo y, particularmente a Estados Unidos, en un año electoral, y aunque las elecciones presidenciales de noviembre se vislumbren aún lejanas, para los estrategas políticos no lo son.
Fiel a su costumbre de gobernar al país más poderoso del mundo a base de tuits, Donald Trump ha hecho un diluvio de declaraciones sobre el virus, no todas afortunadas. En los primeros días de la pandemia dijo que el virus era un detalle sin importancia y que pasaría rápido; en días recientes, afirmó que se trataba de una tragedia nacional, y que durante un tiempo ocultó la verdad a la población para no parecer una «persona negativa».
Este vaivén declarativo ha golpeado las puertas de las encuestas. Siete de cada diez norteamericanos piensan que el gobierno debería estar haciendo más cosas para compensar la escasez de equipos médicos, y la gran mayoría de población piensa que el gobierno ha hecho un mal trabajo en el campo de la prevención de los contagios. La última encuesta de la CNN afirma que el 57% de los futuros votantes piensa que el gobierno ha manejado mal la crisis, mientras que el 39% sostiene que ha realizado un buen trabajo.
Los resultados de la crisis, al 20 de abril, suman más de 759 mil personas contagiadas y más de 40 mil muertos. Esto coloca al país de Donald Trump en el primer lugar del espantoso ranking del coronavirus en el mundo.
¿Cómo afectará este panorama los resultados de las elecciones de noviembre? No lo sabemos. Aún no es tiempo para sacar conclusiones definitivas. Pero un detalle resulta muy relevante: si las elecciones fueran en estos días, Donald Trump no sería reelecto como presidente.