Michoacán en uno de los cuatro focos rojos para las elecciones en el país. En esta entidad, la sombra del narcotráfico se extiende hacia una decena de municipios de riesgo, y las ligas de los funcionarios con las organizaciones criminales se expresan en los políticos presos. Ahí está el exgobernador interino Jesús Reyna García, Rodrigo Vallejo Mora, hijo del exgobernador Fausto Vallejo y una legión de funcionarios de primer nivel, diputados locales, presidentes municipales, ediles, directores de policía, policías estatales y municipales. El año pasado, solamente, se detuvo a 225 servidores públicos acusados de vínculos con los grupos de narcos.
En la región de Tierra Caliente, colindante con el estado de Guerrero, hay una hilera de municipios donde aún existen disputas de los grupos delictivos por el control de las plazas. Destacan también los municipios de Apatzingán y Buenavista, que han sido escenarios de enfrentamientos armados.
En ese panorama, donde los partidos exigen a las autoridades medidas de seguridad para la realización de comicios en paz, hay tres elementos que abonan la confianza de que se podrán llevar a cabo elecciones limpias y tranquilas: uno es la respuesta social a los llamados del INE, ya que los ciudadanos que ya están listos para convertirse en funcionarios de casilla duplican el número de los que realmente se requieren; otro es la declaración de las fuerzas de seguridad, que se dijeron listas para cualquier eventualidad, y finalmente, la cantidad de políticos que han sido encarcelados, lo cual es un indicio de que la impunidad se está por fin combantiendo.